“-El mundo es pequeño
-Y malo“ Diálogo entre Lee Van Cleef y Klaus Kinski en La muerte tenía un precio (Sergio leone, 1965)
D: Yves Boisett
1974
Francia
Fotografía: Jacques Loiseleux
Música: Vladimir Cosma
Guión: Yves Boisset, Jean Curtelin, Michel Martens y Jean-Pierre Bastid
Reparto: Jean Carmet, Pierre Tornade, Jean Bouise, Michel Peyrelon, Ginette Garcin, Pascale Roberts, Jean-Pierre Marielle, Robert Castel, Pino Caruso, Isabelle Huppert
Que mejor manera de rematar este último fin de semana del ferragosto que con unas pequeñas vacaciones. Iremos a la costa azul francesa. Sí, está un poco abarrotado y andan construyendo unos pisos que no parecen muy fiables cerca de la playa, no hay más que ver que contratan argelinos y marroquíes para ahorrar, pero está los viejos amigos, la gente del camping de cada año. Comeremos de más, beberemos de más, ¡hasta van a dar los juegos entre campings por televisión y vendrá ese presentador tan famoso!, saldremos a bailar y nos reiremos toda la noche. Y si tú buen vecino y amigo viola y mata a tu hija, no pasará nada porque nunca lo sabrás. Le echará la culpa a los moros y como la policía no hará nada tendremos que enseñarles una lección. Una de esas de verdad. Y a nosotros tampoco nos pasará nada, porque somos buenos vecinos, porque somos buenas personas.
¿A qué parece un buen plan?, eso mismo debieron pensar los espectadores franceses en 1975 cuando entraron a ver, por primera vez, Dupont Lajoie, la obra cumbre de Yves Boisset (y un film de gran éxito y calado, tanto que la expresión “los Dupont Lajoie” sigue utilizándose para definir esa estupidez y ese racismo aparentemente inoensivos) uno de los renovadores del cine criminal francés durante la década que merece mucha más atención que la prácticamente nula que conoce hoy día en el que la practica totalidad de su filmografía permanece sin editar en España e incluso resulta extremadamente dificultoso encontrarla por los canales paralelos habituales. Poco puedo aportar entonces de primera mano más allá de recomendar
Yves Boisset durante el rodaje (1974)
fervorosamente la absolutamente genial Día de perros (Canicule, 1984), un diamente recubierto de mierda que enfrenta, en un juego irónicamente cinéfilo, a un elegante gangster norteamericano icónicamente personificado por Lee Marvin contra una familia de zarrapastrosos granjeros franceses cúmulo de miserabilismo y vileza. Desgraciadamente no e podido echarle mano en condiciones a sus trabajos más representativos de los 70, ni su versión del affaire Ben Barka (activista y disidente marroquí secuestrado y asesinado en París en 1965 en circunstancias todavía sin esclarecer) en El atentado (1972), thriller político sobre un libro de Jorge Semprú, cercano a Francesco Rosi o Costa-Gavras, que gozó de un reparto impresionante y una recepción enormemente polémica, ni a sus esfuerzos renovadores sobre el polar, al parecer siempre vigorosos pero también
Dupont Lajoie (olvidar ya el necio Crónica de una violación con el que fue bautizada en su estreno español) es una radiografía moral a lo bruto disfrazada de una comedia popular satírica. Un disfraz que oculta, como decía Elvis Costello, el “oscuro espejo de la verdad profunda”. Lo que comienza como una comedieta de verano vira, a mitad de metraje, en un despiadado recuento del racismo burgués, de la frustración sexual, del odio cotidiano, de la ruindad idiota, de la incompetencia política. Cabe recordar que Jean Marie Le Pen funda el Frente Nacional en 1972, que en 1974, año de rodaje de esta cinta ya se presenta a las elecciones (aunque hasta los 80 sus resultados fueron residuales) y que el caladero de votos de tan siniestro personaje ha sido siempre el espectro obrerista y pequeño burgues de la sociedad francesa, (no la alta burguesía y el patriciado eminentemente
La familia Lajoie vuelve, como cada año, a su camping favorito para reencontrase con sus amistades de verano. La hija de uno de los matrimonios (una encantadora Isabelle Huppert) ha crecido y llama la atención de todos con su belleza. Una noche, uno de los trabajadores argelinos baila con ella y tira una botella de champán sobre el tímido Dupont Lajoie. Hay un pequeño altercado zanjado por un nuevo amigo italiano que han hecho y que entiende el árabe. El día de los juegos inter-camping, mientras su padre concursa en una simpática prueba, Dupont Lajoie viola y asesina a su hija. Luego la trasporta a la obra y deja allí su cuerpo. Por la noche se organiza una batida que termina con el linchamiento y muerte de un trabajador. El señor Lajoie participa en la misma. Pese al empeño del co
En muchos aspectos este escalofriante film puede verse en un díptico transcontinental con el Wake in fright que ocupaba la anterior entrada, hasta el título robado a un disco de Randy Newman y la estrofa de su Rednecks encajarían perfectamente. Ambos parten de unas coordenadas reconocibles por el público que son falsificadas por el director para enseñar su envés. Boisset toma aquí el aspecto, mimético durante gran parte del metraje, de la comedia popular francesa, un poco grosera, un mucho localista, para progresivamente ir manipulando las simpatías del espectador, para que realmente sienta el golpe cuando llegue.
La elección de este último actor es la más admirable (repitió con él en la mencionada Día de perros), un aprovechamiento clarividente de una imagen codificada y de las certezas del público sobre la misma (caso similar a lo que en España realizaron, Bardem, Saura o Garci con actores como Alfredo Landa o José Luis López Vázquez), en este caso un secundario habitualmente histriónico y principalmente cómico (compartiendo cartel con “el gran rubio” Pierre Richard, por ejemplo al que Boisset dirige con sabiduría hacia una estilo introspectivo y de exactitud expresiva al que el actor responde con una interpretación escalofriante. Pero la dificultad no estribaba en “dramatizar al cómico”, Carmet ya había trabajado anteriormente en papeles serios e incluso en la misma década rodó dos veces con Claude Chabrol (La Rupture en 1970 y Al anochecer en 1971) , sino que se enfocaba en mantener una imagen prototípica del actor, el francés promedio, y a partir de esta proceder a
No es un film agradable, es evidente, Boisset nos coloca en una posición extremadamente inestable, nos hace reír y luego nos pregunta que de qué cojones nos reímos. Pero tampoco da discursos ni lecciones, la (solo) aparente dejadez formal, lo trabajado de los registros interpretativos, su impostor aspecto de sátira de costu
Cito como cierre al gran columnista (especialmente boxístico) Manuel Alcántara que a su vez citaba a Anatole France, quien decía preferir a un malvado antes que a un idiota porque al menos el malvado descansa. Dupont Lajoie está lleno de idiotas. Por cierto, Boisset se reserva un giro final, una última macabrada que no revelaré y que puede calificarse como la más cabrona de todas las ironías.