Nuestros amigos han ido enterándose poco a poco de la noticia, algunos (los más íntimos) antes de comentarlo a la familia, unos cuantos más se enteraron después y aún quedan unos pocos por enterarse por motivos muy diversos.
La verdad es que el hecho de contar la noticia siempre ha sido un motivo de alegría y celebración, y tengo el alivio de que de momento nadie ha hecho ningún comentario inapropiado: mi padre ha sido el único en mencionar un embarazo que no terminó bien y nadie ha dicho nada de los animales, por ejemplo, que sé que a veces es un tema espinoso.
En cuanto a la reacción de los amigos, no tengo ninguna queja, es más, me he llevado alguna alegría. Ya os comenté hace poco que me había quedado un poco triste tras darme cuenta de que una de mis pocas amigas con hijos tenía una visión de la maternidad tan diferente a la mía. Pues bien, hace unos días tuve una preciosa conversación con otra de mis mejores amigas del colegio y me estuvo hablando de lactancia, porteo, apego… Ella se llama a sí misma Mamá Pata porque va a todas partes con sus dos patitos pegados a la falda. Fue el subidón que yo necesitaba.
Y pese a todas estas alegrías, en estos días me siento bastante triste. No sé si tendrán que ver las hormonas de embarazada o tal vez el terrible cansancio y las náuseas que me acompañan en estos días, pero a ratos tengo muchas ganas de llorar. Me abruman la responsabilidad y los gastos que se nos vienen encima y me siento muy sola. No tengo relación con mi madre, mi padre me apoya mucho en todo pero no sé cómo será en este aspecto y, aunque aprecio a mi familia política, la sigo sintiendo como postiza. Y los amigos… Mamá pata y mi otra amiga del cole tienen hijos, pero viven en otra ciudad. La mejor amiga de mi marido también tiene hijos, pero vive en otro país. En nuestra ciudad solo están Mami gatuna (embarazada de 16 semanas), a la que veo solo de cuando en cuando, pero con ideas parecidas en cuanto a maternidad y otra amiga a la que quiero muchísimo aunque coincidimos menos en cuanto a puntos de vista. El resto de nuestros amigos aún no han llegado a esa etapa de su vida.
Y hasta aquí puedo razonar, porque si analizo mi tristeza de estos días me doy cuenta de que es mucho mayor de lo que justifican mis (pocos) motivos. Solo espero que si esto es una fase, si es otro síntoma más de mi embarazo, pase pronto, porque estos días se me están haciendo muy duros y difíciles. Me siento muy triste y muy sola.