Los amores difíciles

A quien todavía no haya leído a Calvino, le suplico que en este instante vaya a hacerlo. Este autor ya es un clásico de las letras italianas, sus libros tienen una frescura que parece que hubiesen sido escritos ayer. Calvino escribe con gracia, elegancia y simpleza; él mismo declaraba que buscaba esa liviandad en sus textos como uno de los rasgos principales de su poética.

“Los amores difíciles” reúne cuentos que ponen en primer plano el problema de la comunicación entre los amantes. Entre ellos encontramos “La aventura de una bañista” (1951), que relata la angustia de una mujer que pierde su bikini mientras nada sola en el mar; desesperada, quiere pedir ayuda pero sólo se encuentra con bañistas que (ella cree) la observan con lascivia: “afanosa, cambiaba la manera y la dirección de sus movimientos, y giraba en el agua, se observaba en todas las inclinaciones y con todas las luces, se retorcía sobre sí misma; y siempre la seguía el desnudo cuerpo ofensivo. Era una fuga de su cuerpo lo que estaba intentando”.

Otro de los relatos es “La aventura de un lector” (1958), donde se narra la historia de un hombre que quiere terminar de leer un libro, pero se ve presionado por las exigencias amorosas de una mujer a quien acaba de conocer en la playa: “al otro lado de la toalla la mujer se había soltado el sujetador sin preocuparse de que él la mirase o no. Amadeo no sabía si mirarla fingiendo que leía o si leer fingiendo que la miraba. Las dos cosas le interesaban, pero mirarla le parecía mostrarse demasiado indiscreto, seguir leyendo, demasiado indiferente”.

Ya sea este libro o cualquier otro de Italo Calvino, son absolutamente recomendables.

Gonzalo Casafús