En 24 horas comienza la propuesta de cine invisible online más excitante y atractiva del momento, Márgenes. Un festival que llena una inexplicable laguna en el panorama de la distribución cinematográfica, miedosilla ella, que deja escapar momentos tan intensos como el que acabo de vivir con el documental de Lucina Gil, Los amores difíciles.
Lucina Gil encuadra a la perfección a sus personajes en el lugar en que se sitúan sus dramas o alegrías. Desde Vigo hasta Huelva o atravesando fronteras para llegar a Marruecos, la directora completa la personalidad de cada uno de ellos con lo que les aporta su entorno exterior. Una alberca, piscina en verano, que retoma su primitiva función al acabar la estación para regar al pueblo sediento o un playa barrida por el viento (el agua como inspiración utilizado tan sabiamente por los grandes cineasta, Clouzot sería uno de los mejores que ha trabajado esta imagen) o un monasterio que subraya la soledad de su visitante (enmarcada por el arco que se abre ante un sublime paisaje pero que encierra a esa mujer tan desgarradoramente sola), aportan tanto al espectador como los sentimientos que exhiben ante la cámara.
Con un cuento maravilloso que sirve como primer final, los impacientes deberán esperar el final de los títulos de crédito para disfrutar de una de las escenas más impactantes del film, con la protagonista del amor más especial de todos. Este documental se disfruta íntegramente, no sobra ni un segundo, posee un montaje espectacular que ya quisieran muchos cineastas confirmados y, gracias a él, ha visto nacer otro amor. Por fin, uno posible y que promete durar largo tiempo, mi amor sin límites por el talento de Lucina Gil.