Los años dorados de Kabul (1)

Por Tiburciosamsa


Aunque ahora nos cueste imaginárnoslo, hubo un tiempo en los sesenta en los que Kabul era una ciudad segura, con atisbos de modernidad, un lugar que atraía a los hippies y al que algunos pakistaníes iban a divertirse.
Aunque casi no se vea, tenéis que creerme que el del coche descapotable es Eisenhower visitando Kabul en diciembre de 1959. ¿Alguien se imagina a Obama visitando Kabul en 2013 en un coche descapotable?
 En aquellos tiempos la URSS y EEUU competían por Afghanistán, pero era una competencia pacífica que se traducía en que los soviéticos le suministraban maquinaria y armas al país y EEUU para compensar le proporcionaba ayuda financiera. En las calles era habitual ver camiones soviéticos que funcionaban con diesel y taxis Moskva. El Presidente norteamericano Eisenhower visitó Kabul en diciembre de 1959 y a su llegada seis aviones MIG-17 de fabricación soviética, pertenecientes a la Fuerza Aérea Afghana, le escoltaron. No creo que una escena así hubiera podido verse en muchos otros países. 
 ¿Qué habrían pensado si alguien les hubiera dicho que llegaría un día en el que las únicas películas que se podrían ver libremente en Kabul serían los vídeos a punto de ser triturados por los talibanes por impíos?Kabul era un agujero exótico, pero ofrecía sus comodidades. Si uno quería sentirse por un rato en el Primer Mundo, siempre podía irse a la piscina del Hotel Intercontinental. También podía ver una película occidental, por ejemplo “Espartaco”, en el cine Ariana. O ir a cenar al restaurante Khyber, que estaba en la primera planta del Ministerio de Finanzas y era uno de los lugares de encuentro de la gente guapa.
Así era la gente guapa de Kabul. Ésta es una fiesta de gente del mundo de la radio.
En los sesenta el país se movía lentamente hacia la democracia. La gente vivía la política con pasión y en los cafés había debates animados sobre los cambios en la constitución. Afghanistán tenía más mujeres en el Parlamento que EEUU. Tal vez uno de sus problemas fuera que no se estaba democratizando lo suficientemente deprisa y que su economía no lograba generar suficientes empleos para los graduados que salían de las universidades. 

Había un esbozo de vida artística. Nada para lanzar las campanas al vuelo, pero infinitamente más de lo que vendría después. El ballet Joffrey, Lilli Kraus y Duke Ellington se tomaron la molestia de actuar en Kabul. Quitando al tercero, los otros dos no son muy conocidos, pero tampoco era un destino por el que se peleasen los Beatles o los Rolling Stones. Por cierto que cuando el ballet Joffrey visitó Kabul hubo que calentar el escenario con estufas de keroseno para que las bailarinas no se congelasen, ya que no había calefacción. En cuanto a los cantantes locales, uno de los artistas más afamados era Ahmad Zahir, apodado “el ruiseñor afghano” y “el diamante de Oriente”. Zahir componía y cantaba canciones basadas en ritmos tradicionales. He escuchado sus canciones y me pasa como con el cine de Bollywood. Me gusta en pequeñas dosis, pero no escucharía un álbum entero suyo de una tacada. 
 Tienda de música. Otra cosa que sería prohibida un día
Kabul había conservado algo del cosmopolitismo de haber sido un centro caravanero importante en el que se daban cita comerciantes de todo el Asia Central y del Subcontinente indio. Predominaban los musulmanes sunníes, pero también había hindúes, sikhs, chiítas y hasta judíos. La comunidad india era floreciente. Se dedicaba sobre todo al pequeño comercio y algunos se dedicaban a cambiar dinero clandestinamente y a vender licor casero. 
Sesión del consejo de Ministros. Según van vestidos hubiera podido ser cualquier país occidental.
La clase media solía vestirse a la occidental. La burqa era opcional y podía pensarse que era una prenda que caminaba hacia la extinción, que en cuanto el país se hubiese modernizado, desaparecería. Pero buen, tampoco exageremos. Las mujeres que gozaban de esa libertad y que se vestían a la occidental eran una minoría que se reducía a Kabul. Eso sí, era una minoría que creía que el futuro le pertenecía. Muchas otras mujeres sufrían afrentas como la que cuenta uno que vivió en el Kabul de aquellos días: dos mujeres se bajan de un coche y un mullah se acerca y les escupe, por haber cometido el pecado de salir a la calle solas, sin un hombre de su familia que las acompañase.