Árbitros refugiados en vestuarios esperando que la Policía evitara su agresión. El colectivo decidirá si se plantaEs un mal de todos los deportes. También ocurre en las canchas de los colegios durante los partidos de ligas escolares, pero en ningún otro deporte se hace tan acusado como en el fútbol. Los árbitros de León están hartos. Cuatro partidos de categorías menores de la pasada jornada (ocultamos los nombres de los equipos que jugaban en ellos porque no son los dos equipos contendientes los culpables, para no hacer daño al club inocente) acabaron con los colegiados (unos niños de una edad similar a la de los jugadores de esos partidos) encerrados en el vestuario a la espera de la llegada de la Policía o la Guardia Civil para rescatarlos de las iras de los familiares de los jugadores. Partidos de la discordia de alevines, infantiles y cadetes que tuvieron lugar en campos cercanos a León (dos de ellos con el mismo equipo local como protagonista).Es la actitud de esos familiares y la pasividad de la mayoría de los clubes (hay excepciones) lo que ha hecho que los colegiados leoneses digan basta. El jueves, en su reunión semanal, decidirán si dan un último aviso a los clubes o si, directamente, no designan a nadie para dirigir los partidos de este próximo fin de semana. Los ánimos en el colectivo arbitral están muy caldeados y ahora mismo las opiniones están bastante divididas entre el colectivo.
No es nueva la presencia de padres sin bozal cerca de las líneas de cal que delimitan los campos de fútbol de partidos de todas las categorías, desde prebenjamines (niños de apenas 8 años) hasta juveniles. Padres que se transforman al lado del campo, insultando y tratando de agredir a los árbitros, a los jugadores del equipo rival y hasta a los compañeros de sus hijos si le han quitado el puesto en el equipo titular.
Algún equipo ha optado por amenazar con la expulsión de los jugadores cuyos familiares no sepan comportarse, pero esa determinación no es, ni mucho menos, unánime.Y es que la falta de civismo de los familiares (los jugadores son los menos culpables y, generalmente, el pecado de los clubes es por omisión) ha hecho que el riesgo de los colegiados no esté ya en los partidos de Tercera División o de Regional de Aficionados, sino en esos campos en los que los aspirantes a árbitros dan sus primeras carreras. Niños sin los que el fútbol base no sería posible (si hay problemas arbitrando personas neutrales, dejar la dirección de los partidos a los equipos locales como se hacía antiguamente, podría acabar en batallas campales) que reciben una compensación que va entre los 14 € que se les paga por arbitrar un duelo de prebenjamines hasta los 21 € que reciben por un partido de juveniles. Una propina a cambio de la que hay espectadores que entienden que tienen derecho a insultarles y hasta tratar de agredirles. Los árbitros decidirán este jueves qué hacen. Decidan lo que decidan, la solución no es sencilla. La educación no es algo que se cambie en una semana.Futbol Base y mas