Los asquerosos

Publicado el 14 marzo 2019 por Aleon @Aleonpizarro
de Santiago Lorenzo.

Título: Los asquerosos.Autor: Santiago Lorenzo.Editorial: Blackie Books, 2018Páginas: 224
SINOPSIS.
Manuel acuchilla a un policía antidisturbios que quería pegarle. Huye. Se esconde en una aldea abandonada. Sobrevive de libros Austral, vegetales de los alrededores, una pequeña compra en el Lidl que le envía su tío. Y se da cuenta de que cuanto menos tiene, menos necesita. 
Un thriller estático, una versión de Robinson Crusoe ambientada en la España vacía, una redefinición del concepto "austeridad". Una historia que nos hace plantearnos si los únicos sanos son los que saben que esta sociedad está enferma. Santiago Lorenzo ha escrito su novela más rabiosamente política, lírica y hermosa.
IMPRESIÓN PERSONAL.
Me animé a leer este libro por la recomendación de una de mis primas que anda metida en un club de lectura en el pueblo y la verdad es que ha sido una buena lectura, sencilla, diferente y divertida, de esas que te sacan de tu zona de confort y te descubren una manera de escribir y de contar diferente a lo que estás habituada.
Manuel es un joven madrileño que malvive a base de trabajar precariamente en diversos empleos eventuales que solo le sirven para poder ser medianamente autónomo de sus padres y vivir en un "cuchitril" de la calle Montera de Madrid. Si todo es malo y anodino, las cosas pueden ir a peor cuando un antidisturbio lo agrede en su portal confundiéndolo con un manifestante y Manuel se defiende con un destornillador que siempre lleva encima y lo hiere, motivo por lo cual ha de salir huyendo de Madrid con la ayuda de su tío. Manuel termina asentándose en uno de esos muchos pueblos abandonados del medio rural, donde sobrevive en una casa abandonada y con la compra del Lidl que su tío le hace de forma periódica, aprovechando que en esa cadena de supermercados venden siempre otras cosas diferentes a la comida. Aunque pudiéramos pensar que Manuel se pone a acondicionarlo todo para vivir más cómodo o a cultivar para mejorar su alimentación, o incorporar lo que pudiera en clave tecnológica, lo que hace con el tiempo Manuel es todo lo contrario, es decir, en vez de intentar acondicionar lo que le rodea para que las comodidades sean lo más aproximadas a la vida civilizada perdida, él decide hacer lo opuesto, viviendo con lo "mínimo que se despacha" para sobrevivir tanto en lo relativo al entorno que le rodea como en su propio bienestar e higiene personal. Seguramente, la definición que más se le aproxima es la de un ermitaño o un eremita, solitario, que vive con lo mínimo para sobrevivir y no quiere el contacto con nadie de su especie. Se aisla de tal modo que hasta acaba costándole muchísimo conversar con su propio tío que es con quien únicamente mantiene un contacto telefónico.
Esta transformación paulatina del protagonista, de lo que era y en lo que se va transformando nos la va relatando su tío, la única persona que habla a diario con Manuel y sabe lo que este le cuenta en su día a día. Y el punto de vista del tío es de total complicidad y bastante acuerdo con lo que hace y va pensando Manuel unido, en muchas ocasiones, a su preocupación por su posible deterioro mental de tan extremas que son muchas de las situaciones en las que Manuel vive, sobre todo, cuando se incorpora al pueblo una familia de "domingueros" urbanos que alquilan la casa de al lado de la que Manuel se esconde.
Santiago Lorenzo plantea una exhaustiva crítica de la sociedad actual de una forma original y mordaz. una manera y un lenguaje, muchas veces inventado, que me ha sacado la sonrisa y la carcajada en más de una ocasión y eso ya es de "medalla", en mi caso. Ha habido algunos pasajes en el libro que me ha parecido hasta que conocía alguna parte de mi vida privada porque relataba cosas que he hecho en viajes de turismo (y que todos hacemos) y se dirige directamente a nosotros como si nos interpelara. Por otro lado, las situaciones y las críticas de Manuel, a medida que va soltando de su día a día todo lo que supone ese exceso de consumo en el que vivimos inmersos, son mordaces y muy acertadas la mayoría de ellas. Pero, sobre todo, las descripciones que Manuel realiza de la familia de "domingueros urbanos" que van cada fin de semana al pueblo para disfrutar de lo "rural" me han resultado de lo más divertidas y realistas, agudas y sarcásticas.
Una novela, sin duda, diferente. Mordaz, crítica y divertida, escrita con un toque tal de realidad que hasta las palabras inventadas encajan a la perfección en su significado sin necesidad de más explicación. Un contraste claro entre el postureo urbano ante lo rural y lo ridículo del comportamiento de los urbanitas que visitan los pueblos y una crítica con estilo al despoblamiento rural y a la sociedad de consumo que significa la vida en las ciudades de hoy en día.