Parece entonces, que la asociación de crisis económica, impagos de hipotecas, embargos y suicidio es algo sobre lo que sí se puede hablar. Cuando los problemas del suicida son de otra naturaleza, psíquicos generalmente, sigue valiendo la norma no escrita de los medios. Al menos, eso parece.
Mostrar el dolor y la crueldad de una crisis es necesario para que nadie se olvide de donde estamos. Los que tienen la suerte de ir tirando y esconden la cabeza deben saber que aunque ellos tiren, la sociedad en global no lo hace. Un país donde casi 400.000 familias han perdido sus casas en los últimos cuatro años por no poder pagar lo que deben al banco, es simplemente un país enfermo, degenerado, corrupto inhumano, cruel, salvaje, estúpido. Está bien que todos lo sepamos.
Correlacionar crisis y suicidio es extremadamente difícil. Aún así, la lógica dice que cuanto mayor sean las dificultades económicas, más alta debería ser la tasa de suicidio. La realidad actual española dice que bien podría ser, pero afortunadamente no está muy claro.
Viendo el gráfico de arriba se comprueba que hay una tendencia alzista en el número de suicidios, pero por suerte en términos absolutos, no relativos, las cifras se mantienen relativamente bajas antes y después del inicio de la crisis. Pero ¿por cuánto tiempo será así ? Nadie lo puede predecir, todo dependerá de cuánto dure esta crisis, de su evolución, y de sí al fin los que luchan por impedir los desahucios consigan su objetivo o no, entre otros factores.
Otro gráfico y nuestra intuición nos puede ayudar, no obstante, a reflexionar sobre por donde pueden ir los tiros.
El banco malo cuando esté en marcha antes de que acabe el año supondrá un reset parcial de las deudas bancarias. Las curvas deberán por lo tanto bajar, y se supone que la de los promotores inmobiliarios no volverá a crecer en años o décadas (al menos así debería ser, hay pisos en España para dar y tomar. Aunque tratándose de España, yo no pondría la mano en el fuego). Pero ¿qué pasará con las hipotecas familiares? Por descontado, que a las familias nadie les ayuda, así que si la crisis dura, que es de lo que tiene pinta, su valor seguirá creciendo. Todo está de cara para que así sea: más paro (quizás del 30%), menos recursos, más carga fiscal, menos ayudas, etc. A los bancos no les debe preocupar en exceso, si eso pasa, ya vendrá otra vez el Estado a echar una mano. A los ciudadanos, en cambio, nos debe preocupar, y mucho, y es que la primera gráfica que hemos visto se nutre de trabajadores, no de banqueros o políticos. Por algo será.