Se cree que los barcos hechos de prisma de cristal de Murano fueron elaborados en 1788 por Joseph Antonio Otaegui, quien donó uno de ellos como exvoto al Templo de la Merced en San Luis Potosí, el cual fue destruido en 1862. La segunda carabela fue cedida a la Iglesia de San Francisco que sigue hasta la fecha.
No sabemos con exactitud cómo llegaron estos barcos de cristal a nuestras tierras potosinas, sólo leyendas urbanas que nos dan testimonio de los hechos del pasado; una de ellas nos lleva a Real de Catorce: según se cuenta, José Rosario Saldaña había sido por mucho tiempo el sacristán de la Parroquia de Real de Catorce. La gente le tenía mucha fe a la Virgen Purísima Concepción, la patrona, y, por otro lado, a San Francisco de Asís pocos lo conocían; un dato curioso es que su imagen estaba en el panteón y no en la parroquia.La leyenda nos cuenta que el primer milagro de San Francisco de Asís se daría en alta mar: cuando de España venía un barco entre la isla de Cuba y el puerto de Veracruz, lo azotó una dura tormenta que lo hizo peligrar; había tres marineros que luchaban por salvarse, pero ni ellos, a pesar de toda su experiencia en cada una de sus travesías, dejaron de sentir miedo, pues estaban seguros de que morirían. De la nada, surgió un hombre con barba sobre una tabla que venía flotando y se dirigió a los marineros diciéndoles que tenían mucha vida por delante; el hombre los ayudó y antes de despedirse, les dijo que su nombre era Francisco y que era de un pueblo llamado Real de Catorce y que, si algún día iban, ahí lo encontrarían.
La leyenda cuenta que estos tres marineros, al llegar al pueblo, preguntaron a la gente por don Francisco; las personas del lugar, sin saber a qué Francisco se referían, dieron la ubicación de todos los Franciscos que ahí vivían y así, sin más, se dieron a la tarea de buscarlo, pero no dieron con el hombre que los había salvado. Los tres marineros ya se habían dado por vencidos, puesto que en ese pueblo ya no había más Franciscos, sin embargo, cuando entraron a la iglesia del panteón, para su sorpresa, vieron la imagen de San Francisco de Asís y se percataron de que ese hombre era quien los había salvado de su muerte en alta mar y, así, se dieron cuenta de que en verdad había sido un milagro, entonces, dejaron los tres barcos de cristal en la iglesia como ofrenda. Como podemos ver, la narración explica que ésta fue la primera ofrenda que recibió la imagen de San Francisco de Asís en Real de Catorce.
Algún tiempo después, el obispo de San Luis Potosí visitó la iglesia y cuando sus ojos se encontraron con los barcos de cristal, le gustaron y se los llevó a tres iglesias de la capital potosina, aunque, como mencionamos, realmente no se sabe del paradero del tercer candil; otros dicen que hubo hasta un robo. Hoy por hoy, San Luis sólo tiene dos candiles.
Otra versión dice que el obispo Ignacio Montes de Oca y Obregón se las trajo de la Parroquia de la Inmaculada Concepción de Real de Catorce porque lucirían mejor en la capital; en este caso también se citan tres, sin embargo, los catorceños nunca mencionan nada, pues de ser así, las hubieran reclamado.
Por su parte, el señor Fernando Chavira López elige la versión que menciona a dos viajeros de Santa Isabel de Armadillo, quienes donaron las dos que conocemos, pues siempre se han conocido dos y son las que hay. Esta versión se ha publicado tomando como base la que citó en sus leyendas el escritor, historiador y presbítero, Rafael Montejano y Aguiñaga.
En cuanto a que es un exvoto, nos explica: “el tema de los exvotos en forma de carabela se pierde en el tiempo, ha sido tan emocionante que se le agrega la imaginación de la gente. No hay un documento histórico que cite el caso, al menos no lo conozco, no lo he encontrado”.
Un exvoto es una ofrenda hecha a la divinidad en cumplimiento de una promesa o en agradecimiento por un favor recibido, especialmente se le hace a Jesús, a la Virgen o a un santo y, generalmente, consiste en un objeto que se cuelga en la pared o en el techo de una iglesia.
FUENTES: FERNANDO CHAVIRA LÓPEZ
Libro de Rafael Montejano y Aguiñaga, Del viejo San Luis: Tradiciones, leyendas y sucedidos, edición de 1995.
AUTORA: ABRIL FRANCO