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Los bebés que son alimentados cuando tienen hambre desarrollan un mayor coeficiente intelectual

Por Pequelia @pequelia

Los bebés que son alimentados cuando tienen hambre desarrollan un mayor coeficiente intelectual

Un reciente estudio ha indicado que aparentemente la forma de alimentar a un bebé influye de forma directa con su futuro desempeño escolar, es decir, con el coeficiente intelectual que puede llegar a desarrollar. La conclusión más resumida de la investigación dictaría que los bebés que comen a horarios fijos posteriormente son menos listos que aquellos otros, que en cambio, son alimentados en el momento en el que tienen hambre.

El estudio fue publicado en The Europeal Journal of Public Health, y tras una investigación se pudo saber que los niños que recibían sus alimentos siguiendo un horario diario al ser bebés mostraban un menor coeficiente intelectual, comparados a los que no seguían horarios y sus padres los alimentaban cuando ellos manifestaban que tenían apetito. El estudio se llevó a cabo con el trabajo de los investigadores del Instituto de Investigación Social y Económica en el Reino Unido y se basó en los resultados de diversas pruebas de coeficiente intelectual y de otros diversos test de rendimiento escolar realizadas a un grupo conformado por más de diez mil niños con edades comprendidas entre los 5 y los 14 años.

Los niños que obtenían los mejores rendimientos académicos eran aquellos que aparentemente habían sido bebés que fueron alimentados en los momentos en los que ellos lo pedían, los que conseguían notas más bajas eran los que habían sido nutridos bajo criterios de rutinas adoptadas por sus padres, en las que se piensan que es mejor alimentar a los hijos siguiendo siempre las mismas horas día tras día, sin importar si tienen hambre o no.

Aunque es hasta el momento el único de los informes que analiza las posibles consecuencias a largo plazo del tipo de alimentación que reciben los niños, los investigadores que participaron del estudio recomiendan tomar los resultados obtenidos con cierta cautela, ante todo.

Maria Lacovou, una de las principales autoras del estudio, indica:

“Las diferencias podrían deberse, no al hecho de haberse alimentado según una programación fija, sino al tipo de madre que intentó ajustarse a ella”…”Es evidente que estas características sociales aumentan las probabilidades de que un niño rinda peor en el colegio”.

Al parecer, en general quienes optan por dar de comer a los niños a horarios específicos son las madres más jóvenes, entre ellas había un mayor porcentaje de mujeres solteras, que debían trabajar fuera del hogar y que no leían libros a sus niños cuando ellos eran pequeños.

Vía | Tucuman a las 7
Foto | devinf de Flickr

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