Uno de los momentos más placenteros en eso del dormir, se produce asociado a un mueble que no es una cama. Es un sofá. Uno de esos mullidos , llenos de cojines y que se adapta perfectamente a nuestras formas. Lo conocemos de hace tiempo y es cómodo.
En él, se produce esa extraña transición del mundo de los vivos al de los sueños . La televisión suele estar encendida. Al principio, en esa posición relajada, empiezas a ver la peli, la serie o el programa de turno. Te interesa y te parece imposible que vayas a dormirte en los cinco minutos posteriores porque, realmente, te gusta lo que ves. Pero el cuerpo se va relajando y de una posición de semi-erguido ( eso demuestra nuestra voluntad de atención) pasamos a una más laxa, casi estirada. Después, nuestras manos organizan los cojines. Primero, uno y el otro. Si es invierno, te acurrucas en la mantita. Si es verano, la brisilla que entra por la ventana ejerce un efecto sedante que hace que te repliegues más en la postura. Sigues viendo la tele pero cada vez cuesta más manterner los ojos abiertos. Transitas , unos minutos, por un mundo de aquí y de allá. Vas viendo un segundo de peli y caen los párpados. Otro segundo y vuelven a caer… Y ya no se levantan.
Hay quien , en el momento previo al tránsito entre los dos mundos, ya baja el volumen del televisor. Los otros, no sólo no lo tocan si no que sí a otro ( el que se ha quedado despierto en el sofá, por ejemplo) se le ocurre variarlo ( en un sentido u otro) el que dormía, se despierta…
El momento sofá puede producirse en su versión diurna y nocturna. El primero, se puede considerar un tipo de “siesta” ( hay quien la hace en la cama y con pijama) y el segundo es una de las causas más conocidas de “desavenencias conyugales”.
Me explico : el momento sofá pasa a convertirse en “un sueño profundo en el sofá”. En horario nocturno, uno de los miembros de la pareja se convierte en el sufridor-despertador( si son los dos los que caen , entonces el único problema es el dolor de espalda ) . Es el que debe hacer volver al otro al mundo de los vivos, para dirigirlo a la cama. Las primeras veces que esto ocurre, se suele proceder con agilidad pero,a medida que pasa el tiempo, es más difícil desenganchar al Bello/a Durmiente de su precioso sofá. Es entonces cuando se inician las estrategias :
1) El que “despierta” advierte al que ” se duerme” que no lo despertara. O le reprocha que a los cinco minutos, ya esté roncando …. Es entonces cuando el que “seguro que se va a dormir” miente como un bellaco para preservar su momento sofá : jura y perjura que verá la peli entera y se sobrepone al cierre de párpado, emitiendo frases incoherentes para que el otro se crea que NO se está durmiendo ( esto viene a ser hacer el típico comentario : “Este parece el malo” sin saber si lo es o no, ni siquiera quien es y cerrar párpado inmediatamente).
2) Lo que es seguro que el que se duerme, se va a dormir y por tanto , se va despertar ( por sus propios medios o con ayuda) y se va a desplazar a la cama. En esta fase del proceso, si se quieren evitar momentos de irritación, hay que seguir las siguientes consignas:
-. Para el que se va dormir en el sofá: aseo, cepillado de dientes y pipí previo , antes del sofá. Si se hace “al despertar” corres el serio riesgo de desvelarte.
-. Transitar por la casa con las luces apagadas. Utilizar luces de vela ( de las infantiles) para no empotrarse contra un armario o similar.
-. Intentar no realizar más actividad cognitiva que el puro desplazamiento por el espacio hasta llegar a la cama. Cosas como : 1) breve conversación o 2) poner en hora el despertador están prohibidas.
Todo lo bueno que tiene el “momento sofá” en las primeras décadas de la vida (en las que se puede dormir toda una noche sin consecuencias físicas), se va complicando a medida que las vas sumando. Es por eso que, sin renunciar al fantástico placer de dormitar , acurrucado en tu increíblemente cómodo sofá, mientras tus ojos se van dejando caer, hay que marcar un tiempo límite y descansar en el lugar apropiado para nuestros músculos y vértebras.El grado de rígidez en el que te despiertas después de una noche entera de sofá, marca tu estado de forma física y tu edad.
Es por eso que es tan importante , conseguir “redormirse” y que “la persona que te despierta y comparte tu cama”, primero, te despierte y segundo : sea empático con el que sufre del mal “momento sofá” y no abra las luces, ni te sacuda con brío para traerte , de vuelta, al mundo consciente…