Durante esa etapa, hay un gremio con un enorme poder sobre los padres para putear y echarse unas risas a costa de los bebés. Ese gremio son los pediatras. Los temas con los que más les gusta echarse unas risas son con las recomendaciones nutricionales y con los remedios caseros.
En mi época, les dio por decir que nos tenía que dar criadillas. Que eran cojonudas y todo eso. Resulta que todos los padres iban a las carnicerías como locos a reservarlas. Los carniceros flipaban porque no era una cosa que se solía demandar y no la tenían en stock. Y los toros, joder, se descojonaban.
Pregunta a cualquier de los 80 y por más que lo niegue, te aseguro que sí o sí, ha comido criadillas en puré. Es más, lo más probable es que cada vez que se las daban, entre cucharada y cucharada abriera la boca ansioso y saboreaba como si no hubiera mañana.
La otra cosa por la que pasarán esos pediatras a la historia, es por ser los precursores de Txumari Alfaro (alías el pis-colabis). Les dio por todo tipo de remedios caseros, siendo el más impactante el usado contra las lombrices. Que tenías lombrices, no había problema, le decían a tus padres que te envolvieran el culo con cinta adhesiva y a esperar a la mañana siguiente a que las lombrices salieran a ver mundo y se quedaran pegadas.
Era una mezcla entre embalarte el culo como si fuera para hacer un envío y técnicas de supervivencia en plan McGiver.
Ahora entiendo porque nuestro cerebro decide que no recordemos la mayoría de lo que nos sucedió antes de los 3 años.