Hay veces que uno se pregunta cómo a estas alturas, en pleno siglo XXI, pasan las cosas que pasan. El periódico Frankfurter Allgemeine, un periódico supuestamente serio, se queda tan pancho hablando de "Las muñequitas de Zapatero", haciendo alusión a las mujeres ministras; es curioso que nadie se atreve a analizar si los ministros visten bien o mal o si son guapos, feos o gordos, es un gesto impropio de esta "nueva" Europa post crisis que plantea la igualdad de géneros como un lujo y no como un derecho. No podemos dejar de recordar la última perlita de Silvio Berlusconi a una compatriota "búsquese un hombre rico y deje de buscar trabajo". Igual pasa con los inmigrantes que directamente "nos estorban" cuando el Mercado (con mayúsculas) no le interesa y se mira para otro lado, en acciones claramente racistas, como la apadrinada por Nicolás Sarkozy y bendecida por todos los líderes europeos, incluido nuestro Presidente Zapatero. Lo mismo ocurre con el tema de las libertades sexuales, donde el Secretario de Estado para las Políticas para la Familia de Italia, Carlo Giovanardi, cree que en los países donde se permiten las adopciones a las parejas gays "ha estallado la venta de niños y niñas",... y también se queda tan campante. Todas estas cosas pasan desapercibida a la mayoría de la gente, en el mejor de los casos no importa, en el peor están muy de acuerdo con estas actuaciones machistas, homófobas, o xenófobas. En Suecia la extrema derecha ha entrado en el Parlamento, sí en Suecia, la Suecia que adoró a Olof Palme, esa misma. Desgraciadamente el miedo paraliza las sociedades, las hace conservadoras y en tiempos de crisis más, aún más, porque busca la respuesta fácil de sus problemas en los más débiles: los gitanos, los rumanos, los discapacitados, los gays, las mujeres, los niños africanos que se mueren de hambre, los haitianos que al final dejamos, como siempre, tirados. Todo ante la pasividad de nosotros, el Primer Mundo. Cuesta pensar que ante una crisis del modelo capitalista como esta, la gente no reaccione por derecho y exija un cambio, un cambio fundamentalmente del sistema económico, de producción, en vez de meterse en la cueva y pegar dos berridos contra los más débiles como los que hoy nos ha regalado la prensa diaria. No lo entiendo, quizás sea lo más fácil, quizás.