En Argentina deberíamos tenerlo en cuenta con facilidad porque cae justo una semana después del Día del Periodista. Claro que a ambas fechas las separan unos doscientos años de historia y la creencia generalizada de que, en el mejor de los casos, el bloguero es un aprendiz del oficio periodístico, un emulador del profesional hecho y derecho, un amateur aferrado a la ilusión del medio de comunicación propio en el magnificado mundo virtual.
Es poco probable que alguien se oponga a la celebración del 14 de junio. Ni siquiera quienes la consideramos otro invento del marketing: mal que nos pese, es halagador contar con una jornada honorífica.
En cambio sí podemos imaginar un rechazo inconsciente entre los bloggers nostálgicos. El olvido y/o silencio se habrían producido porque faltan razones concretas para festejar y sobran indicios de la distorsión que malogró un proyecto al principio estimulante y prometedor.
Poco ocurrentes, algunos pensamos que todos los días son el Día del Blogger. Y si no todos (de lunes a lunes), aquéllos que conforman nuestra rutina de inspiración, preparación, redacción, edición, publicación, corrección.
Dicho esto, cada 14 de junio puede seguir siendo una buena excusa para saludar a quienes, en contra de la tendencia masiva, enriquecen la blogósfera con contenido sustancioso y original. No importa sobre qué, para quiénes, cada cuánto escriban; importan el compromiso y la calidad.
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* La Web anglo tampoco hizo gala de continuidad. Colmo de los colmos, el sitio del International Webblogger’s Day dejó de actualizarse un año atrás.