La mayoría supieron identificar la alegría, tristeza, calma, rabia y miedo sin problema. El amor lo llamaban "están contentos". Incluso descubrieron una imagen que reflejaba el asco y la sorpresa.
En un gran bote amarillo, color de la alegría, escribieron aquello que les hacía felices: montar en la moto con papá, ir al parque, jugar, mamá y papá... Cuando estamos contentos y felices nos sentimos bien por dentro, es como el sol cuando brilla y nos da su luz y calor, y así lo hemos representado.La tristeza, el azul, es una emoción que los peques conocen muy bien especialmente durante los primeros días de cole cuando mami nos dejaba en clase, cuando un compañero no quiere jugar con nosotros o la seño nos regaña... y que asocian a "llorar". La hemos representado dibujando al monstruo de color azul entre un montón de lágrimas.
Entre tantas emociones la seño pensó en que hicieran los botes de la calma, idea que vi por la red.
Primero hice yo uno de prueba y se lo mostré y les propuse hacer dos botes más entre todos. Se sentaron muy atentos y repartimos los ingredientes: agua, cola transparente, purpurinas, colorante, botes vacios y cucharas para remover. Cada cual se encargó de una fase del "experimento". Todos estaban expectantes y muy atentos .
El resultado fue de lo más "brillante", entre purpurinas y estrellas de colores que brillan y giran sin parar.
Al final tenemos 4 botes: azul, rojo, verde y amarillo, cada uno representa una emoción. Cuando lo agitamos, la purpurina que se mueve sin parar, representa la emoción en su momento álgido y a medida que la purpurina va cayendo y parándose, la emoción va disminuyendo de intensidad, se va calmando. Algunos peques cogieron los botes y se montaron su propia "pelicula" simulando la emoción de cada bote a través del juego simbólico, sus gestos y voz. Poco a poco vamos pasando de identificarlas en los demás a reconocerlas en nosotros mismos y expresar lo que sentimos y, lo más difícil de todo, saber gestionarlas adecuadamente.