Los caminos del éxtasis

Publicado el 28 septiembre 2010 por Eduardogavin

Antes que nada, pido disculpas por hablar sólo ahora de una excelente exposición que ya acabó hace más de un mes. Después, pasaremos a hablar nuevamente de los derviches, danzantes sufíes. Sabios del trance. Elevados seres giróvagos que distribuyen la sabiduría que recogen del absoluto.Será ese éxtasis elevado el único que estos hombres conocen?

De donde viene el nombre español faquir para referirse a los santones que se autoinfligen tormentos? Faqr, de origen hindi, bengalí y urdu es un sinónimo de sufí. Los derviches son faquires. 


Los seguidores sufís de la Qadariya -una de las primeras escuelas filosóficas del Islam, que introdujo en él la filosofía griega - en sus reuniones internas en el oriente medio, libres del fanatismo político, dan rienda suelta a sus ritos de elevación y autoconocimiento. Mediante mantras, venidos de la misma India de donde procede su nombre, entran en estados de trance y espiritualidad máximos. Es en ese momento que se liberan del yugo corporal. Y para demostrarselo a sí mismos, se cortan, pinchan, flagelan. No hay dolor.

Así, de una manera oscura, cerrada, como en aquellas cuevas de la Grecia parmenéica, afirman los cimientos de su poder espiritual. El mismo que, a la luz, con ropas blancas o rojas, girando, les dará la capacidad y el poder de ser canales de energía, sabiduría, paz y amor. Unos hombres libres que elevan el nombre de su propia religión y así, el de la especie entera.

Isabel Muñoz, excelente fotógrafa barcelonesa afincada en Madrid consiguió permiso de estos hombres de paz para asistir a una ceremonia, donde le fue permitido grabar en video y fotografiar el éxtasis, el amor, la sangre y la mutilación. Y del mismo modo, la danza de los derviches, la danza sabia. La dualidad eterna y que cruza el mundo euroasiático, el mundo culto y contemplativo. En la magnífica sala - torre del Canal de Isabel II de Madrid la oscuridad reinaba en los pisos inferiores, con las fotos más sangrientas y la luz aumentaba subiendo los pisos, conforme las fotos mudaban y se convertían en derviches en movimiento fijo y fotográfico. Como una crisálida da paso a la mariposa.


Finalmente, en la cúpula, la danza, la proyección. Un bellísimo trabajo bellamente expuesto. Sobre una cuestión poco conocida e interesante. Tan antiguo y dual como el hombre.