La Convención de Ginebra debía garantizar a los prisioneros de guerra que fueran alimentados y protegidos al mismo nivel que las tropas de la potencia captora, que pueden enviar y recibir correo y que serían visitadas por los delegados de la Cruz Roja Internacional (CICR) que informarán en secreto en su tratamiento a una Potencia protectora. (En el caso de Alemania, ya que el gobierno se desintegró en las etapas finales de la guerra, Suiza había sido designada como protectora). Los prisioneros alemanes capturados por los estadounidenses a finales de la Segunda Guerra Mundial fueron privados de estos y otros derechos por una serie de directrices establecidas por los mandos norteamericanos del Cuartel General Supremo de las Fuerzas Expedicionarias Aliadas (SHAEF). El general Dwight Eisenhower era el comandante supremo del SHAEF y por tanto la responsabilidad final para el tratamiento de los prisioneros de guerra alemanes en manos estadounidenses era suya.
El 10 de marzo de 1945, un documento enviado al Estado Mayor Conjunto firmado por Eisenhower recomienda la creación de una nueva clase de prisioneros, las Fuerzas Enemigas Desarmadas (DEF) que al entregarse sin sus armas, a diferencia de los prisioneros de guerra definidos en la Convención de Ginebra, no serían alimentados por el ejército tras la rendición de Alemania. Esto sería una violación directa del tratado, aduciendo en que mantener a las "Fuerzas Armadas Alemanas como prisioneros de guerra haría necesario una previsión de raciones a una escala igual a la de nuestras tropas de base, lo que iría mucho más allá la capacidad de los Aliados incluso si todas las fuentes alemanas fueran aprovechadas."
El 26 de abril, el Estado Mayor Conjunto aprobó el estado de DEF para los prisioneros de guerra en manos sólo de EE.UU. Los británicos se negaron a aprobar el plan estadounidense para sus propios prisioneros. El Estado Mayor Combinado ordena que el estado de las DEF se mantenga en secreto.
El problema no estaba realmente en los suministros. Había más que suficiente material en Europa como para construir las instalaciones básicas de los campos de prisioneros. El general Everett Hughes, había visitado a los enormes depósitos de suministros de Nápoles y Marsella e informó que el stock era mayor del que necesitaban y se extendía más allá de lo que alcanzaba la vista. Los alimentos tampoco debieron haber sido un problema, ya que en los EE.UU. los excedentes de trigo y maíz fueron mayores de lo que habían sido nunca, y había una cosecha récord de patatas. Además, la Cruz Roja Internacional tenía más de 100.000 toneladas de alimentos almacenados en Suiza y cuando se intentó enviar dos trenes cargados con ellos al sector estadounidense de Alemania, oficiales norteamericanos devolvieron, alegando que sus almacenes ya estaban repletos de alimentos.
Estos problemas se extendieron por un buen número de campos de prisioneros de la zona del Rin, como el de Gotha, que tan solo disponía de cercas de alambre de púas alrededor de un campo que se acabó convirtiendo en un barrizal, donde los prisioneros tan solo recibían media ración y no tenían un lugar donde guarecerse, o el campo de Heidesheim era aún más húmedo y donde los prisioneros no recibieron nada de comida durante días y luego a penas el 10% de una ración. Pocos días después de la rendición alemana estalló una epidemia de tifus. Otro campo fue el de Bingen-Rüdesheim en la región del Rin, donde se hacinaban entre 200.000 y 400.000 prisioneros sin refugio, comida, agua, medicamentos, o el espacio suficiente. Las condiciones de estos campos y la de otros en similares condiciones, provocaron que la mortalidad llegara a alcanzar un 30% cuando una tasa de mortalidad normal para 1945 fuera de entre el uno y el dos por ciento.
Los muertos eran despojados de sus ropas y de su media placa de identificación para luego ser cubiertos de cal viva. Y durante el periodo en que existieron los campos de prisioneros llegaron a morir casi un millón de soldados alemanes, el doble de los soldados norteamericanos caídos en combate.
En septiembre de 1989, la revista de interés general canadiense "Saturday Night" publicó un artículo sobre los campos de la muerte de Eisenhower, en base a la investigación del historiador James Bacque, que se puede leer escaneado en la web Huge Questions, con estremecedores testimonios de prisioneros alemanes que sobrevivieron a estos campos.
Para saber más:
The Telegraph
Huge Questions
Institute for Historical Review
Rense
Whale
Geschichte in Chronologie