Su modelo de organización y sus procedimientos conspirativos e insurreccionales marcaron los inicios de los procesos revolucionarios liberales en Italia hasta 1830. También hubo carbonarios en Francia (Charbonnerie), en Portugal (Carbonária) y en España, gracias a los italianos emigrados o exiliados. Para el caso español existe una obra muy curiosa de Vicente de la Fuente que, en 1870, publicó una Historia de las sociedades secretas antiguas y modernas en España, donde dedica un capítulo a los carbonarios en España (págs. 327 y ss.), desde una perspectiva claramente crítica hacia las sociedades secretas. Los carbonarios comenzaron siendo contrarios a la política seguida por Murat, pero cuando terminó la ocupación francesa se enfrentaron a la Monarquía de Fernando I de las Dos Sicilias, que había repuesto, en plena época de la Restauración, el absolutismo. Fue un momento de crecimiento de la Carbonería, ya que recogió el malestar de la burguesía urbana del reino ante la política real favorecedora de los intereses de la nobleza terrateniente. Los carbonarios se extendieron, también, por el norte de Italia, especialmente en la Lombardía y la Emilia-Romagna, al conseguir el apoyo de Filippo Buonarroti, que, sin ser carbonario, se identificaba con sus ideas. Después del Congreso de Viena (1815) los carbonarios abrazaron con fuerza, además de las ideas liberales, un marcado nacionalismo italiano, especialmente contra el dominio austriaco. De todas las formas, no hubo unanimidad en el seno de la Carbonería sobre el sistema concreto de gobierno que se quería en Italia, aunque se partiera del liberalismo. En 1820, la Carbonería tuvo un destacado protagonismo en la Revolución napolitana de ese año. La influencia del ejemplo de sublevación liberal de Riego en España fue evidente. Michele Morelli y Giussppe Silvati, dos oficiales, y el general Gugliemo Pepe marcharon, a principios de julio, desde Nola hacia Nápoles, al frente de varios regimientos de caballería. El rey Fernando I aceptó conceder una constitución y el establecimiento de un parlamento, como había hecho Fernando VII en España. El éxito alentó a los carbonarios piamonteses. En marzo de 1821 consiguieron el establecimiento de un sistema constitucional en Turín. El sistema de la Restauración no iba a dejar que en el sur de Europa -España, Portugal y parte de Italia- triunfasen sistemas políticos liberales. En febrero de 1821 un ejército derrotó a los insurrectos napolitanos. En el norte, el rey Carlos Alberto de Saboya pidió la intervención de Austria. En el mes de abril un ejército austriaco derrotó a los insurrectos piamonteses. A continuación, se desató la represión contra los carbonarios. Pero los carbonarios siguieron conspirando por la causa liberal y nacionalista. Hubo carbonarios en la Revolución de 1830 en París. Los carbonarios italianos se levantaron en Módena y los Estados Pontificios. En esta ciudad, Ciro Menotti tomó la iniciativa, pero fracasó por la traición del duque Fernando IV de Módena. Menotti fue condenado a muerte. Por su parte, en los Estados Pontificios la revuelta se extendió en febrero de 1831 por Bolonia, Reggio Emilia, Imola, Faenza, Ancona, Ferrara y Parma, con un claro protagonismo de los carbonarios. Se estableció un gobierno provisional bajo la bandera tricolor, pero el cuerpo de la milicia que marchó hacia Roma fue aniquilado por las tropas austriacas llamadas por Gregorio XVI. En el seno de la Carbonería comenzaron a ganar peso los que comprendieron que solos no podían imponerse a Austria, la gran enemiga. La estrategia para conseguir sus objetivos debía cambiar. Mazzini decidió crear otra organización, la “Joven Italia”, en la que ingresaron muchos antiguos carbonarios. La Carbonería siguió existiendo, pero sin casi actividad, hasta su final en 1848. El origen social de los carbonarios se encuentra en la burguesía, aunque también hubo nobles entre sus miembros. Algunos importantes personajes italianos del momento fueron carbonarios o estuvieron cerca de los mismos: Silvio Pellico, Antonio Panizzi, Giuseppe Mazzini, etc.
Su modelo de organización y sus procedimientos conspirativos e insurreccionales marcaron los inicios de los procesos revolucionarios liberales en Italia hasta 1830. También hubo carbonarios en Francia (Charbonnerie), en Portugal (Carbonária) y en España, gracias a los italianos emigrados o exiliados. Para el caso español existe una obra muy curiosa de Vicente de la Fuente que, en 1870, publicó una Historia de las sociedades secretas antiguas y modernas en España, donde dedica un capítulo a los carbonarios en España (págs. 327 y ss.), desde una perspectiva claramente crítica hacia las sociedades secretas. Los carbonarios comenzaron siendo contrarios a la política seguida por Murat, pero cuando terminó la ocupación francesa se enfrentaron a la Monarquía de Fernando I de las Dos Sicilias, que había repuesto, en plena época de la Restauración, el absolutismo. Fue un momento de crecimiento de la Carbonería, ya que recogió el malestar de la burguesía urbana del reino ante la política real favorecedora de los intereses de la nobleza terrateniente. Los carbonarios se extendieron, también, por el norte de Italia, especialmente en la Lombardía y la Emilia-Romagna, al conseguir el apoyo de Filippo Buonarroti, que, sin ser carbonario, se identificaba con sus ideas. Después del Congreso de Viena (1815) los carbonarios abrazaron con fuerza, además de las ideas liberales, un marcado nacionalismo italiano, especialmente contra el dominio austriaco. De todas las formas, no hubo unanimidad en el seno de la Carbonería sobre el sistema concreto de gobierno que se quería en Italia, aunque se partiera del liberalismo. En 1820, la Carbonería tuvo un destacado protagonismo en la Revolución napolitana de ese año. La influencia del ejemplo de sublevación liberal de Riego en España fue evidente. Michele Morelli y Giussppe Silvati, dos oficiales, y el general Gugliemo Pepe marcharon, a principios de julio, desde Nola hacia Nápoles, al frente de varios regimientos de caballería. El rey Fernando I aceptó conceder una constitución y el establecimiento de un parlamento, como había hecho Fernando VII en España. El éxito alentó a los carbonarios piamonteses. En marzo de 1821 consiguieron el establecimiento de un sistema constitucional en Turín. El sistema de la Restauración no iba a dejar que en el sur de Europa -España, Portugal y parte de Italia- triunfasen sistemas políticos liberales. En febrero de 1821 un ejército derrotó a los insurrectos napolitanos. En el norte, el rey Carlos Alberto de Saboya pidió la intervención de Austria. En el mes de abril un ejército austriaco derrotó a los insurrectos piamonteses. A continuación, se desató la represión contra los carbonarios. Pero los carbonarios siguieron conspirando por la causa liberal y nacionalista. Hubo carbonarios en la Revolución de 1830 en París. Los carbonarios italianos se levantaron en Módena y los Estados Pontificios. En esta ciudad, Ciro Menotti tomó la iniciativa, pero fracasó por la traición del duque Fernando IV de Módena. Menotti fue condenado a muerte. Por su parte, en los Estados Pontificios la revuelta se extendió en febrero de 1831 por Bolonia, Reggio Emilia, Imola, Faenza, Ancona, Ferrara y Parma, con un claro protagonismo de los carbonarios. Se estableció un gobierno provisional bajo la bandera tricolor, pero el cuerpo de la milicia que marchó hacia Roma fue aniquilado por las tropas austriacas llamadas por Gregorio XVI. En el seno de la Carbonería comenzaron a ganar peso los que comprendieron que solos no podían imponerse a Austria, la gran enemiga. La estrategia para conseguir sus objetivos debía cambiar. Mazzini decidió crear otra organización, la “Joven Italia”, en la que ingresaron muchos antiguos carbonarios. La Carbonería siguió existiendo, pero sin casi actividad, hasta su final en 1848. El origen social de los carbonarios se encuentra en la burguesía, aunque también hubo nobles entre sus miembros. Algunos importantes personajes italianos del momento fueron carbonarios o estuvieron cerca de los mismos: Silvio Pellico, Antonio Panizzi, Giuseppe Mazzini, etc.