La
tragedia del miércoles en Santiago de Compostela ha estremecido a todo un País.
Estamos tristes, intentando encontrar una explicación a lo ocurrido; por un
lado unos apuntan a un exceso de velocidad del tren, otros a que pudo deberse a
un fallo en la baliza que debió controlar esa velocidad y reducir su marcha,
aunque también he escuchado que en ese tipo de tren esos controles automáticos
no existen y se han de realizar manualmente. El tiempo lo dirá. Lo que está
claro es que las personas fallecidas van ya por 80, y la cifra puede aumentar
puesto que bastantes personas se encuentran en estado crítico.Y
como casi siempre ocurre ante situaciones de este tipo ya ha surgido alguna voz
fuera de lugar, intentando sacar rédito político a la tragedia, buscando votos
cual ave carroñera. Es el caso de la dirigente socialista Marta Garrote que
tras conocerse el accidente envió un tweet que decía lo siguiente: “Os acordáis
de los argentinos protestando por los recortes en mantenimiento de sus trenes y
la inseguridad, pues ya lo tenemos aquí".Ante
la avalancha de críticas por su actitud se vio obligada a rectificar, borrando
el citado tweet y pidiendo disculpas, pero a su manera, pues dijo lo siguiente "Me
disculpo pq el tweet no era apropiado y lo borro, no para esconderlo, que está
en pantallazos, sino por la reacción virulenta de algunos" y ayer por la mañana escribía "Buenos días. El que tiene boca se equivoca y yo ayer me equivoqué y lo lamento profundamente".Y
me parece muy bien, disculpas aceptadas, pero ahí no debería quedar la cosa,
pues un dirigente político no puede manifestarse de esa forma y pretender que
todo quede zanjado con unas disculpas, y la Sra. Garrote ya ha metido la pata
en muchas ocasiones, demasiadas. Sea del partido que sea, tenga la ideología
que tenga, esas actitudes se han de desterrar de la política española. No sé a
qué espera el Partido Socialista madrileño para pedirle explicaciones y apartarla
de la dirección del partido. Una persona que dice esas cosas, que piensa esas
cosas, es indigna de ser dirigente de un partido político y menos del segundo
partido de España, los carroñeros han de estar apartados de la política.