Los castigos deben basarse en el carácter del niño

Por Patricia Patricia Manzano Gómez @lavidaentrebibe

En ocasiones, los padres no saben de qué modo castigar a su hijo para que realmente aprenda la lección. Pero lo cierto es que, a la hora de imponer un castigo, es muy importante que éste sea acorde con el carácter, la personalidad o la forma de ser del pequeño.

Y es que hay niños rebeldes, dóciles, tranquilos, inquietos, más o menos sensibles, agresivos... por lo que habrá que castigarles en función de cómo sean, para que, de ese modo, sea efectivo.

Hay que probar varios tipos de castigo para ver cuál es más adecuado para cada niño

Por ello, será importante que los padres utilicen un poco la imaginación para idear una forma de castigar a su pequeño que sepan que va a ser útil y con la que conseguirán que el pequeño haga o no haga eso que es inadecuado.

Por ejemplo, si el pequeño es muy rebelde, obligarle de malas formas a hacer algo o chillarle sin darle los motivos de por qué debe hacer algo, resultará contraproducente. Es decir, el niño ante esa actitud de los padres, se comportará aún peor. De este modo, en este caso, será más sencillo explicarle las cosas de buena forma y darle razones, ya que, al obligarle sin más, el pequeño sacará su rebeldía y su orgullo.

Del mismo modo, aunque es cierto que los padres tienen que ser justos y tratar a todos sus hijos del mismo modo, a veces, hacerlo no resulta eficaz. Y es que, aunque sean hermanos, cada uno tiene su forma de ser. De este modo, aunque en el hogar deben existir unas reglas comunes para todos, así como unas responsabilidades y obligaciones, los padres tendrán que saber cómo actuar con cada uno de ellos en el momento de imponerles un castigo.

También será importante el momento personal del pequeño. Es decir, si por ejemplo acaba de nacer su hermanito y la situación en casa es diferente con la llegada del nuevo bebé, los padres tendrán que saber cómo actuar ante esta situación. Quizás no sea el momento de imponerle duros castigos, sino de hablar con él y tratar de entenderle. En caso de que no cambie su actitud, quizás la mejor forma de castigarle sea hacerle partícipe de esa realidad que no le gusta, ayudando a sus padres a la hora de bañar al bebé o al elegir su ropa. Puede que al principio reaccione mal, pero luego ese castigo acabará por hacerle entender la nueva situación.

Es mejor educar con premios y estímulos positivos que con castigos

Por otro lado, también hay que tener en cuenta que hay niños más y menos sensibles. De ese modo, los padres tendrán que adaptarse a cada caso. Hay pequeños que el hecho de ver a sus padres enfadados y de que les riñan o les demuestren que están decepcionados, puede afectarles mucho, incluso más que el propio hecho de que les castiguen y no puedan ver la televisión o jugar con sus amigos. En cambio, hay otros niños que no son tan sensibles y que no reaccionan así ante lo que le digan sus padres. En estos casos sí que será importante que los padres elijan un castigo que sepan que les hará cambiar su comportamiento o entender que no lo han hecho bien, es decir, tendrán que ser más duros y no les será útil tan sólo una reprimenda.

Por ello es importante que los padres conozcan a sus hijos y sepan que, en función de su forma de ser, un tipo u otro de castigo resultará más efectivo. Aunque existan unas pautas de comportamiento, que tanto el padre como la madre, tengan claras para la educación del pequeño, siempre habrá que ser flexible y actuar de un modo u otro según el carácter de su hijo.