Entre Jesús y Barrabás, los catalanes han elegido al delincuente Barrabás.
El sanchismo en alza, el separatismo adelgazando y Cataluña hacia la bancarrota. No sé que es peor si el sanchismo, equivalente a corrupción, vicios, ausencia de democracia, inseguridad e invasión musulmana, o un independentismo que está dividido, desquiciado, en caída libre, que no sabe como gobernar y que está sumiendo a Cataluña en el caos y una decadencia muy superior a la que sufre también España bajo el destructivo sanchismo.
Noche aciaga la de ayer, cuando los demócratas españoles comprobaban unos resultados que obligan a ingresar a Cataluña en la UCI.
Algunos hablan de un pucherazo en forma de robo de cable de cobre en los trenes de cercanías, como les gusta a los socialistas, pero quizás los trenes paralizados no expliquen todo el daño que las urnas han arrojado sobre el futuro de Cataluña, obligada a elegir entre un cobarde delincuente fugado y un sanchista obediente, gris y campeón de la mediocridad y sospechoso de corrupción política.
El bloque constitucionalista, integrado en teoría por el PSC, el PP y VOX, tiene los escaños suficientes para gobernar Cataluña, pero esa alianza es impensable porque los socialistas están más cerca del independentismo que de la Constitución. El PSOE es pura traición a los intereses de España y lo seguirá demostrando en Cataluña, conduciéndola al fracaso.
Haber elegido a Barrabás en lugar de a Jesús significa que Cataluña seguirá perdiendo músculo empresarial y que los ladrones, violadores, okupas y sinvergüenzas seguirán siendo dueños de las calles y plazas en la región más insegura y podrida de España.
Es cierto que el PP ha multiplicado por cinco sus diputados (de 3 a 15) y que VOX, a pesar del acoso y derribo, ha incrementado sus votos y mantiene sus 11 diputados, pero esa reacción es insuficiente para salvar a Cataluña de la barbarie y la corrupción que potencian el sanchismo y el separatismo aliados.
Cataluña necesitaba a Jesús y un purgante de caballo, pero los catalanes han optado por la delincuencia de Puigdemont y la corrupta mediocridad del sanchismo.
Allá ellos. Lo pagarán y lo pagaremos todos.
Francisco Rubiales