Los CFDs son productos apalancados, ya que nos permiten operar con menos capital de lo que necesitamos para que así podamos realizar la misma operación en Bolsa. Corresponden a comprar o vender a créditos, pagando en concepto de garantías desde el 5% de la cotización del activo subyacente.
Además, los CFDs no tienen caducidad, por lo que resulta ser una buena ventaja del producto con respecto a los futuros tradicionales.
En el caso de los CFDs sobre acciones, no dan derechos políticos, tal como el derecho de asistencia a la Junta de Accionistas. Respecto a los derechos económicos, el inversor de CFDs mantiene el 80% en el caso de posiciones compradas y el 100% en caso de posiciones vendidas, de la cuantía de los derechos económicos sobre la acción.
Como bien se dijo al principio de esta edición los CFDs son productos apalancados. El apalancamiento lleva a un efecto multiplicador de las pérdidas y las ganancias, por lo que necesitan un mayor seguimiento del mercado. No son adecuados para inversores que no posean un conocimiento profundo del mercado, ya que puede acabar en mayores pérdidas que la inversión en garantías realizada inicialmente.