Tras probar su deliciosa versión de Archaeopteryx, Carney siguió probando cócteles prehistóricos. Según sus declaraciones, "me sentí como un científico loco de cócteles, realizando recetas y conectándolas con la investigación. Lo que realmente me fascina es toda la creatividad que conlleva. Es como un desafío o un problema", ya que cada ingrediente tenía que relacionarse de alguna manera con su campo de estudio. En cuestión de días, creó una docena de cócteles, entre los que se encuentra una mimosa (compuesto por una parte de champán y una parte de zumo) de color verde brillante y adornada con una hoja de gingko. Los árboles de gingko, a menudo descritos como "fósiles vivientes", llevan habitando en el planeta desde hace 270 millones de años. La hoja de esta planta flota en una espléndida combinación floral con el licor Chartreuse de color verde vivo, cuya coloración proviene de la clorofila en sus 130 ingredientes vegetales.
Por otro lado, el Yi qi Martini de color rosa intenso, con fruta dragón y lichi, que es un homenaje al pequeño dinosaurio alado descrito a partir de un único ejemplar descubierto en rocas jurásicas de Hebei (China).
Carney ha denominado a esta disciplina "paleomixología", ya que "lo que quería hacer con estos cócteles es representar las diferentes subdisciplinas dentro de la paleontología. Con Archaeopteryx estaría representada la paleontología de dinosaurios, con Lucy, la paleoantropología y con el gingko la paleobotánica. Por tanto, no se trata solo de dinosaurios". Entre sus planes está escribir un libro de recetas de paleo-cócteles, para mostrar qué ejemplares se han ido descubriendo en la historia de la paleontología a través de un medio más accesible que una publicación científica o un libro de texto.
Lo vi en Atlas Obscura, donde puedes repasar las recetas de los cócteles que hemos comentado.