Veinticinco años después de su legalización, el Partido Comunista de España que lideraban Santiago Carrillo, Ramón Tamames y Pasionaria, entre otros, festejará a partir del 14 de abril, día de la II República, aquel gran paso para la democratización del país.
El 24 de enero de 1977 unos fascistas habían asesinado a cinco abogados del Partido en Madrid, y media España estaba conmocionada aún el 9 de abril, cuando se anunciaba la legalización del PCE.
Pero enseguida se olvido su lucha contra la dictadura. El PCE inició la decadencia. Después, en 1991, desaparecía la URSS y pasaba a ser poco más que unas siglas. Hasta su heredera, Izquierda Unida, nació agonizante y así continúa.
Cuando Felipe González iba a llegar al poder, los comunistas con carreras universitarias corrieron a servirle y vaciaron el Partido. De ellos, muchos periodistas se pasaron luego a Aznar: cuando lo veían llegar se convirtieron en sus más vehementes defensores. Algunos, incluso, ficharon por ABC y superaron por la derecha a la derecha de siempre.
Los líderes de 1977 han fallecido o ya no cuentan: Carrillo hace comentarios periodísticos, Tamames asesora a multinacionales y les recomienda que despidan a los trabajadores, porque son unos vagos, y Pasionaria es solo un recuerdo de cementerio.
Los pocos que se mantuvieron fieles van ahora a las protestas antiglobalización, pero sufren la desconfianza de los jóvenes anarquistas que las protagonizan: están viejitos, parecen policías infiltrados y todo su futuro quedó en 1977.