El Ayuntamiento de Sevilla tiene la fea costumbre de tropezar siempre en la misma piedra: el respeto a los derechos fundamentales, la esencia de la democracia. Tan torpe es que ha hecho del allanamiento de tales derechos su seña de identidad. Ya sé que esto no dice mucho en favor de una corporación que se precia de democrática, pero en este país está más que comprobado que vulnerar los derechos protegidos por la Constitución suele salir casi gratis, sobre todo cuando se hace desde las trincheras del poder. Son las consecuencias inevitables de entender la política de una forma sectaria.
Ahora les ha tocado el turno a los trabajadores despedidos por Sevilla Global, cuando Torrijos impuso el cambio de aires ideológico a golpe de decretazo y cambios de personas por otras más afines. Dos Juzgados de lo Social de la ciudad los han declarado nulos por apreciar una “vulneración de derechos fundamentales por motivos ideológicos”. La empresa ha sido condenada a la readmisión de los despedidos y al pago de los salarios no percibidos, que ascenderían alrededor de los 120.000 euros que tendrán que sufragar todos los ciudadanos de su bolsillo. Toda una lección de democracia y respeto por las libertades individuales a cargo del consistorio sevillano.
Tanto el Partido Popular como los sindicatos ya han manifestado su repulsa ante este tipo de comportamientos y exigen que se depuren responsabilidades en un Ayuntamiento que decretó la palabra “dimisión” abolida de su vocabulario hace ya mucho tiempo. Me temo que tales exigencias, como viene siendo habitual, no llegarán a ningún puerto.
Cabe recordar aquí que no es el primer caso, ni tampoco será el último, en el que este Ayuntamiento se ve salpicado por este tipo de escándalos. Guillermo Gutiérrez, ex vicepresidente de Tussam, todavía se encuentra a día de hoy imputado junto al gerente de la empresa, Carlos Arizaga, por “un delito contra el derecho de huelga de los trabajadores” y también por un posible “delito de injurias” contra la Agrupación Sindical de Conductores (ASC).
Eso sin mencionar los diferentes casos de acoso laboral que están manos de los juzgados, como el suicidio de José Luis Alonso o el que sufre el que esto escribe. Una inusitada y extraña “gloria” para una corporación que se vanagloria de ser de izquierdas y de preocuparse más por los intereses de los ciudadanos que de sus redes de clientelismo ideológico. Y lo que te rondaré, morena.
Torrijos ya ha insinuado que piensa recurrir las sentencias, las elecciones están cerca y hay que ganar tiempo como sea para que produzca su efecto el olvido.
Está claro que estos regidores no asimilaron bien aquello que decía Maquiavelo: “No castigues nunca a la fiera que no puedas aniquilar”. Igual en la próxima lo hacen y apuestan directamente por el exterminio.