Nadie duda que un sector público gestionado con eficacia, eficiencia y ética es importante y deseable, pero ante la experiencia histórica acumulada, donde lo público muchas veces se identifica con el abuso, la corrupción, la pobreza y hasta el crimen, lo mejor es un sector público pequeño y que estorbe lo menos posible al verdadero progreso, que casi nunca proviene del Estado sino de las sociedades libres y pujantes.
El último que he escuchado predicar que la pandemia ha demostrado que lo publico tiene que ser más fortalecido todavía ha sido el defensor del pueblo andaluz, Jesús Maestu, el cual, casualmente, es un empleado de los partidos políticos, puesto como "defensor" del pueblo, pero ejerciendo en realidad como defensor de la clase política, a la que defiende recibiendo las quejas de los ciudadanos, que generalmente no prosperan y se depositan en el barreño del olvido.
En la opinión del "defensor" andaluz no consta que España ha realizado una gestión pésima de la pandemia y que la negligencia y la torpeza de "lo público" han conducido al país a ser el más dañado en su economía y el que más muertos por habitante ha padecido en todo el mundo.
Los Estados más poderosos del mundo siempre han sido un desastre, además de opresores, creadores de pobreza y muchas veces también asesinos. Ahí están para demostrarlo los estados comunistas, los fascistas, los nazis y los nacionalismos más feroces, generadores de dolor, esclavitud, guerras, masacres, hambrunas y tristeza. Esos regímenes eran, como quieren los paniaguados españoles que sueñan con vivir del presupuesto, brutalmente poderosos y con sectores públicos hipertrofiados, pero su ineficacia ha sido tan impresionante y frustrante que casi todos han desaparecido o, como los comunistas, han tenido que camuflarse de demócratas para sobrevivir y contraatacar.
España es el país de Europa que tiene más fe en el Estado, una debilidad que está pagando con avances hacia la pobreza y con un profundo deterioro de su Estado de derecho, manejado por gobiernos que tanto si eran de derechas o de izquierdas, apostaron por el poder de lo público, como lo demuestran los mandatos intervencionistas agobiantes de Gonzalez, Aznar, Zapatero, Rajoy y Sánchez, el peor de todos ellos, el que ha abierto en España las puertas del gobierno al comunismo, un tipo más insensato, intervencionista y autoritario que muchos gobernantes del comunismo real.
La regeneración de España pasa, inexcusablemente, por un adelgazamiento drástico del Estado, el más seboso e insostenible de Europa. agigantado, despilfarrador e irracional, con más políticos a sueldos y funcionarios innecesarios que cualquier otro país de Europa. >Tan sólo en políticos, el Estado español mantiene a más personas que Francia, Alemania y Gran Bretaña juntos. Todo un escándalo que se convierte en un infierno si se tiene en cuenta que el Español es el Estado donde los políticos disfrutan de más privilegios y distinciones.
¿Para qué ha servido ese inmenso océano español de políticos bien pagados, rodeados de asesores, privilegios y dinero abundante, a la hora de combatir la pandemia? España ha sido el país que más muertes por negligencia ha sufrido y en el que se han cometido las peores barbaridades públicas, como fue la muerte de más de 20.000 ancianos abandonados en sus residencias de mayores, sin recibir el trato médico al que tenían derecho, traicionados y masacrados por "lo público".
Francisco Rubiales