Durante el siglo XVIII la química tomó posiciones y empezó a desarrollarse en muchas direcciones. Numerosos químicos empezaron a aportar nuevas ideas y descubrimientos que se fueron sumando y empujando hacia los inicios de la Revolución industrial.Uno de los campos en los que los químicos tenían mucho que decir era el del color. Los pintores habían padecido problemas a la hora de realizar sus creaciones desde siempre, ya que muchos colores no eran estables, se deterioraban mucho con el paso del tiempo o incluso terminaban por parecer otros totalmente distintos.Es aquí donde entran personas como Carl Wilhelm Scheele (1742 - 1786).
William Perkin (1838 - 1907) fue un químico británico que encontró por casualidad el tinte morado conocido como malveína mientras intentaba sintetizar una cura para la malaria en 1856. Con 18 años, intentando sintetizar quinina (el único remedio conocido, extraído de la corteza de un árbol de Sudamérica y tremendamente caro), se dio cuenta de que el residuo producido por su experimento podía servir como colorante, así que lo perfeccionó y patentó.
Montó una fábrica y le fue muy bien, ya que el malva podía sustituir al púrpura, color muy preciado desde que el tiempo es tiempo y muy caro de producir. Sería una española la encargada de darle notoriedad a ese nuevo color. Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III y emperatriz de los franceses, era conocida por su ir a la moda, así que cuando utilizó el color, The Ilustrated London News informó a los británicos y a la reina Victoria del gusto de Montijo por ese nuevo color, así que Victoria la copiaría y asistiría a la boda de su hija con un traje malva.
Después de su éxito, Perkin se olvidó de la malaria y siguió desarrollando tintes sintéticos e incluso perfumes.
Si a eso le añadimos que la Société d'encouragement pour l'industrie nationale puso un premio de 6.000 francos para quien consiguiese sintetizar un azul ultramar barato (hasta entonces se hacía pulverizando laspislázuli), ahí tenemos a Guimet acudiendo con la mano abierta y el azul ultramarino sintético bajo el brazo. Su coetáneo Christian Gmelin, un profesor de química alemán, desarrolló otro proceso para sintetizar el azul ultramar en la misma época.
Os dejamos con estos tres, y si vemos que el tema interesa, volveremos con unos pocos más.
***Esta historia no está incluida en nuestro nuevo libro, El pene perdido de Napoleón... y otras 333 preguntas de la Historia, pero hay otras 333 que seguro que te resultarán muy interesantes.