LOS CRONOLITOS, de Robert C. Wilson.

Por Palabrasdeunhombredisperso
Robert C. Wilson me dejó un sabor agridulce con su primera novela que leí, Darwinia, y cuando empecé a leer Los cronolitos (2002) me dio cierto temor empezar una novela que juega con los conceptos temporales. Miedos infundados. Una novela candidata al premio Hugo de 2002 y co-ganadora del premio John W. Campbell Memorial de ese mismo año por fuerza debía de tener algo especial. ¿Me equivoqué?
En un futuro cercano la sociedad mundial se ve sacudida por la misteriosa aparición de monumentos por todo el mundo. Monumentos que conmemoran las futuras victorias de un genio militar llamado Kuin, casi dos décadas más adelante. La razón de ser de estos cronolitos se basa en crear un bucle de retroalimentación para que el efecto, inexorablemente, conduzca a la causa. Así, el caos social se desata por todo el mundo civilizado, aparecen sectas kuinistas y los cimientos de la sociedad que el hombre ha construido se tambalea.
La premisa de la historia promete, al igual que en Darwinia, un buen número de interrogantes y misterios por resolver. De nuevo un acontecimiento universal sacude el mundo entero en todas sus vertientes. A nivel económico, político, filosófico, espiritual, científico,... Puntos fuertes a mi parecer, de esta novela. Ver como el mundo se transforma, se arrastra y malvive ante un hecho inevitable es un gran acierto que Wilson obtiene a través de cierta atmósfera decadente, cargada de grises y amarillos pastel. Aparecen escenas memorables como los campamentos de kuinistas alrededor de los lugares en los que, supuestamente, deben aparecer los monolitos. Sin dinamitar la historia, el autor ofrece escenas cargadas de fuerza y desesperación, con la duda de lo inevitable planeando sobre sus cabezas.

Los personajes que aparecen en la novela, en contraposición, me han parecido poco trabajados. Sin duda cada uno de ellos está cargado de potencial, pero Wilson no ha querido explayarse en el desarrollo psicológico de ellos. La relación entre el protagonista y su hija, por ejemplo, merecería un hilo argumental secundario que no existe. Esto también sucede entre la madre coraje que acompaña al protagonista y su hijo desaparecido, una relación muy intensa y conflictiva pero que sólo merece un par de intensos momentos. Una lástima este último punto, pero también es cierto que nos encontraríamos, entonces, ante una novela con el doble de páginas.El lenguaje directo, sencillo, conciso y carente de florituras de Wilson (es extraño pero recuerdo Darwinia una novela más cargada en este aspecto) hace que la novela se devore en un suspiro. Su ritmo rápido, sin apenas pausas y con la duda y el misterio de la novela, ayuda a que las páginas pasen rápido. Sin embargo, el efecto sorpresa que Wilson pretende dar con el desenlace cae en saco roto por ser previsible, obvio y, además, necesario. Las novelas de viajes en el tiempo suelen jugar con el efecto sorpresa, llegando incluso a formar parte imprescindible de la temática (algo que no comparto). Wilson parece querer jugar a esto, pero fracasa de forma lamentable.Quizás mi crítica resulte demasiado dura, pesimista e incluso hiriente. Imagino la causa. Este autor me transmite en sus dos novelas que he leído un sabor agridulce, cierta decepción, como si pudiera hacer mucho más de lo que nos ofrece pero que siempre se topa con sus propias limitaciones. Aun así, si os decidís a leer Los cronolitos, no perderéis el tiempo, pues la novela entretiene, se digiere rápido y, en alguna ocasión, acaricia la vena sensible.