Finaliza 2013 y arranca un 2014 lleno de esperanzas y cine. Y es que sí, hago cine. A eso es a lo que me dedico, escribo y dirijo cine o lo que es lo mismo: soy un vago.
No deja de ser sorprendente que, en un país como el nuestro, en el que, a pesar de los pesares, llevamos cien años de cine, el personal siga pensando que el cine español es una caterva de rojos, sinvergüenzas, vagos, vividores, putas, titiriteros, maricones y faranduleros.
Posiblemente alguno de los epítetos nos lo hayamos ganado a pulso gracias a cuatro gilipollas que no han comprendido que el cine se hace para todos, no solo para los que piensan como tú, que en esta España bicolor, el público, que es quién manda, quiere ir al cine a emocionarse, a reírse y, por encima de todo, a entretenerse. Que los artistas no tienen un don de clarividencia especial ni una sapiencia por encima del resto y por tanto sus opiniones políticas son exactamente eso, sus opiniones, lo que no debería darnos derecho a sentar cátedra por el simple hecho de disponer, a veces, de un altavoz.
Otros de los calificativos, sencillamente, son fruto de que muchos hablan por una sola razón: porque tienen boca, no porque sepan lo que están diciendo.
Sea como sea y a pesar de lo que se cree, la gente sigue yendo a las salas de cine así que, por ellos y en nombre de todos los rojos, sinvergüenzas, vagos, vividores, putas, titiriteros, maricones y faranduleros que buscamos la emoción en cada fotograma, que con tanto esfuerzo y amor sacamos, gracias.
Gracias por permitirnos entrar en vuestro corazón, gracias por proteger nuestra cultura, gracias por vuestro apoyo sincero, el cine, gracias por regalarnos vuestro tiempo, por permitirnos vivir haciendo lo que amamos. En España el cine vive, o sobrevive, gracias a vosotros.
¡Feliz año nuevo!
Cartel de BAJO UN MANTO DE ESTRELLAS.