“La Sala Segunda del Tribunal Supremo está a punto de señalar la fecha del juicio contra el juez Baltasar Garzón. Los demócratas, las víctimas del franquismo, los defensores de la libertad y del Estado de Derecho no podemos aceptar con indiferencia la posibilidad de su condena, que supondría un golpe irreparable y un enorme retroceso en la consolidación de nuestra democracia”.
La lectura puede dar lugar a engaño: Los demócratas… no podemos aceptar con indiferencia la posibilidad de su condena… ¿Quiere ello decir que quien acepte el veredicto del Tribunal Supremo en este asunto, no es un demócrata?. Desde siempre ha existido, por parte de ciertos medios de la izquierda pseudoprogresista de Visa platino, la tendencia a repartir carnets en lo referente a la cultura, la democracia o lo intelectual. Dª Cristina Almeida sorprendió a propios y extraños pidiendo que se quemen los libros escritos por César Vidal, simplemente porque difiere de la interpretación que este autor, hace de nuestra historia más reciente. Lo cierto es que a D. Baltasar, como decíamos ayer, no se le juzga por perseguir a los corruptos, sino por no cumplir los requisitos legales para las escuchas telefónicas, y de ahí a decir que la justicia, con mayúsculas, respalda el incumplimiento de la ley, hay un trecho. Sucede lo mismo con las ayudas recibidas por el magistrado, después de solicitarlas con papel timbrado de la Audiencia Nacional y además, no todo el mundo cuenta con plataformas de apoyo popular subvencionadas por el gobierno. Da la sensación de que unos son más iguales que otros ante la justicia, y que la presión popular dicta una sentencia paralela que siempre puede condicionar a los profesionales de la judicatura quienes al fin y al cabo, son humanos y no pueden sustraerse a la opinión pública. Garzón es fotogénico, concedió innumerables entrevistas a varios medios audiovisuales y se presentó en la candidatura encabezada por Felipe González, con la esperanza o previsión, de alcanzar una cartera. Después, todo fue coser y cantar, hasta el día de hoy, en el que sigue siendo mediático por su condición de acusado. Una magistrada andaluza sigue el asunto de los EREs desde la discreción y el silencio que nunca caracterizaron a D. Baltasar, y eso es, desde mi punto de vista, una virtud. El ruido no a todos conviene.
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