¿Podemos caracterizar que el acto del 1º de Mayo, del Frente de Izquierda, nos ofrece una nueva etapa en el desarrollo político del movimiento de clase y socialista en Argentina?
Objetivamente, fue el acto más numeroso de la jornada y también el que se distinguió por unir, a las reivindicaciones más sentidas de los trabajadores, planteos estratégicos frente a la crisis mundial y la bancarrota progresiva del kirchnerismo. Además de evaluar el desarrollo de las fuerzas políticas que convocamos a la Plaza, el acto puso de manifiesto una tendencia más profunda y general que se conjuga con el desarrollo de esas fuerzas y que es, hasta cierto punto, su resultado. Hablar de una nueva etapa significa que es necesario enunciar tareas de mayor envergadura para consolidar el desarrollo político en el movimiento obrero y en el conjunto de las clases sociales, que son arrojadas a los brazos de la lucha de clases como consecuencia de la crisis capitalista.
El 1º de Mayo destacó la desaparición del escenario político del momento del centroizquierdismo vinculado con la CTA, y de la izquierda democratizante en general. Sufren las consecuencias de su planteo de unidad ‘plural’ de la izquierda y de sus coqueteos y alianzas con una parte del capital durante la crisis por las retenciones de la soja. Ha quedado desmentido su planteo de desarrollo ‘pacífico’ y gradual de la crisis. La unidad que ellos esgrimen como un concepto abstracto, que hace culto del seguidismo, ha sido superada por una unidad de izquierda subordinada a un contenido revolucionario. El Partido Comunista se ha esfumado bajo las faldas oficiales, aunque actúa desde allí como uno de sus principales operadores. El Frente de Izquierda, en cuanto tal, no puede adjudicarse haber desarrollado una acción cohesionada en el agrupamiento de nuevas fuerzas de clase en la lucha política. Es incuestionable, sin embargo, que la disputa de la orientación política de la clase obrera con el peronismo, la burocracia sindical y los pichones que medran alrededor de ellos, se ha desarrollado desde sus filas y en su seno, no afuera, y se ha convertido en una tendencia en la situación política. La clase obrera no puede romper con la burguesía de un modo espontáneo sino consciente, o sea por medio de su fusión política con la izquierda revolucionaria. De la apreciación correcta que hagamos del protagonismo histórico que está desarrollando el Frente de Izquierda, depende en gran parte que capitalice y organice las tendencias revolucionarias que genera la crisis económica y política, y el despertar de una nueva generación de obreros, de jóvenes y de luchadores.
Elaboremos ahora un plan integral de acción para la campaña electoral. Vamos a una elección parlamentaria como una fuerza anti-parlamentaria (no hay que olvidar nunca esto), que se vale de las elecciones para enfrentar la crisis política en todas sus facetas.
Jorge Altamira
(Publicado en “El Socialista” Nº 244, periódico de Izquierda Socialista)