En las semanas posteriores a la liberación, París fue golpeada por una ola de crímenes tan violentos que rivalizaban con la guerra misma. En esta situación de caos París era especialmente atractivo para estos desertores, con los famosos cafés y burdeles para entretenerlos. La ciudad también estaba sumida en el mercado negro, con soldados que vendían armas robadas. Un desertor siempre estará marcado con la etiqueta de cobarde, pero la vida del crimen que eligieron fue tan violenta y peligrosa como la guerra de la que huyeron.
Más del 40% de los crímenes investigados fueron delitos violentos, como violación, asesinato o asalto. El 12% fueron delitos de robo, allanamiento de morada y disturbios. El resto eran delitos contra el ejército, como el comercio ilegal de bienes militares, como las armas o la corrupción, que incluye la venta de pases falsos y vehículos decomisados, por nombrar solo algunos casos. De todas las ciudades europeas, París fue la más golpeada con estos crímenes de violencia cometidos por soldados estadounidenses.
Finalmente fue descubierto por un accidente automovilístico frente a la casa. Abrió las cortinas y la policía lo vio y entró a preguntar sobre el suceso y se dieron cuenta de que era estadounidense y probablemente un desertor. Lo llevaron arrestado a una base norteamericana en donde sería sometido a una corte marcial. La noticia llegó a los periódicos franceses y en dos días llegaron 60,000 cartas de franceses a la embajada estadounidense pidiendo su libertad, ya que desertó por amor. Aún así fue juzgado y sentenciado. Finalmente su sentencia fue conmutada, volvió con ella, se casaron y tuvieron dos hijos.
Para saber más:
The Deserters: A Hidden History of World War II, de Charles Glass
LIFE
North Carolina Public Radio