Hoy os traigo una nueva sección y la verdad es que me hace mucha ilusión enseñárosla. Haciendo un poco de uso del nombre del blog, Los pequeños detalles, he titulado a esta sección 'Los detalles de...' y en ella os contaré curiosidades, datos poco conocidos, en definitiva, cosas que queremos saber cuando hemos terminado un libro y nos ha enganchado la historia, los personajes se han convertido en algo más que personas que son descritas por el autor y hay muchos datos que quedan en el aire y el autor no los cierra.
Para esta primera entrega he tenido la suerte de que colabore conmigo María Jeunet, os he hablado mucho de ella, y tanto su primer como su segundo libro me encantaron, su forma de escribir va más allá de lo que narra en papel y crea unas historias de amor preciosas. Tenía muchas preguntas sobre Las hojas de Julia y ella, tan encantadora como siempre, me ha contado muchísimas cosas, muchas de ellas bastante especiales y personales.
Os dejo con sus palabras porque ella tiene una forma de explicar que hace que sea imposible no seguir leyéndola, quieres saber más y es como si una amiga te contase lo que siente. También os recuerdo que sus novelas, primero autopublicadas y luego reeditadas en digital con la editorial Suma de letras, hoy día 5 de noviembre ya están en librerías disponibles en papel, sin duda os las recomiendo.
La autora con sus dos novelas en papel
Hoy a desvelaros algunos detalles que nadie más que yo (y algunas personas muy íntimas) sabe(n) sobre Las hojas de Julia. Espero que os parezcan interesantes y curiosos...
Os resultará un tanto raro. Pero vamos a empezar por el principio. La idea de Julia surgió estando de vacaciones en París. Tras llegar a mi cabeza en esos días, volví a casa y el trabajo diario encerró a Julia y a Will en un rincón de mi cerebro tapado por un montón de capas de estrés, preocupaciones y quehaceres diarios. Pero ellos decidieron quedarse y empezar a susurrarme su historia. Así que un día, no tuve más remedio que sentarme a mirarles de frente y escuchar lo que querían contarme.
Esta es la portada del libro cuando se autopublicó.
Así fue cómo después de unos días madurando su historia tomé mi portátil y empecé a escribir. Y ahora sí, ¿dónde escribí Las hojas de Julia? Lo hice sobre mi cama, ¡sorpresa! En esos meses de invierno no encontré un lugar más cómodo e íntimo que metida entre mis sábanas. El portátil me quemaba las piernas tras horas de actividad, pero poco me importaba. Estaba tan emocionada que ni el dolor de espalda, ni el calor excesivo ni la poca luz que había al final del día me frenaban. Los dedos temblaban literalmente por la emoción. Empleé los fines de semana sobre todo, tardé tres meses en redactar el grueso y otros dos en repasarla y mejorarla.Después registré la obra y estuvo esperando unos cuantos meses dentro del ordenador porque no sabía qué hacer con ella. Un día me topé con amazon y su plataforma de autopublicación. El resto casi es historia.Una de las primeras ideas fue...
Una feria cambiará la vida de Julia por completo aunque ella no lo crea
Crear un universo de novelas en donde viéramos, aunque solo fuera de pasada, la vida de algún personaje que en otra historia fue el protagonista. Julia ha sido mi punto de partida. Es así como el sol de nuestro sistema solar. Con Julia llegó Will, sus compañeros de trabajo, sus amigas... y también su hermana Nora. Con ella llegó mi segunda novela. Mientras escribía Las hojas de Julia la agitadísima vida de Nora empezó a cobrar fuerza en mi cabeza. Y con Nora mi adorado John.Gracias a Julia también, conocimos a James y Judith Arlintong (los vecinos de niñez de Julia). Os adelanto que serán muy importantes en mi tercera y cuarta novela. Pero de eso hablaremos dentro de un tiempo...Una manía...
Cuando estudiaba bebía muchísima agua. Siempre tenía a mano una botella de agua fresca que iba rellenando una y otra vez. Esa costumbre sigue acompañándome. Cada día que escribo traigo a mi mesa agua o una infusión caliente. Aunque lo cierto es que a veces estoy tan enfrascada en la historia que olvido beberla y acaba enfriándose...
¿Música? Casi siempre. Y también algo más.
Pues sí, rara es la vez que no me acompaña algún ruido de fondo. Las hojas de Julia estuvo salpicada de canciones llenas de vitalidad, optimistas y fuertes. Pero hay algo que me gusta tanto o más que la música para escribir: es el sonido de la lluvia y las tormentas. Me envuelven de tal forma que olvido todo lo que tengo tras de mí, solo hay agua, truenos, viento y la historia corriendo por mis dedos.
Un detalle muy personal.
Una de las últimas escenas (no la explicaré demasiado...) transcurre en Salamanca. Concretamente en un jardín llamado “el huerto de Calixto y Melibea”. Es un lugar de ensueño, romántico hasta más no poder. Lleno de frescor, verdor, flores, troncos retorcidos, pájaros, hay un pozo de los deseos en el centro y las vistas desde allí son preciosas. Cuando era estudiante (y tenía mucho más tiempo libre que ahora) visitaba ese lugar junto a mi marido (entonces mi novio) cada semana. Pasábamos allí horas y horas... Llevar hasta ese banco de piedra circular a Julia y a Will ha sido como plasmar con letras lo que allí vivimos. Un pequeño homenaje. Una forma de hacernos eternos.
Por cierto, tras crear Las hojas de Julia y después La foto de Nora (ya no en mi cama, lo hice en un escritorio mínimo colocado en mi dormitorio), decidí adaptar una habitación en casa para escribir. Ahora tengo un señor escritorio y estoy rodeada por un montón de libros, unas vistas maravillosas y mis dos gatos. La cosa va en serio.
Espero que os haya gustado la sección y si tenéis la oportunidad de leer a la autora no lo dudéis porque es muy especial.