Los diez lugares de peregrinación ciclista en el mundo

Por Rafael @merkabici

Seguro que muchos de vosotros soñáis con alcanzar nuevas metas como cicloturistas. Con pasear vuestras ruedas por lugares míticos, por algunos de esos puertos, de esos sitios, donde se escribió la historia de este deporte. Seguro que todos, casi todos, habéis planeado alguna salida un poco más lejos, alguna visita a otros países, habéis programado unas vacaciones pensado que sí, la playa es bonita, pero es que ese sitio, ese en concreto, está tan, tan cerca. En otras palabras, ninguno somos inmunes a la influencia que la leyenda de este deporte ejerce sobre nosotros. Por eso, porque desde esta página tenemos vuestras mismas inquietudes, os vamos a dar un decálogo de los que, desde nuestro punto de vista, son los diez lugares que ningún buen cicloturista puede perderse fuera de España...y tranquilos, que también habrá otro de los sitios situados al sur de los Pirineos...que no se os escape ninguno.

    El Col du Tourmalet. Es el más grande, el rey. No es el puerto más duro, ni el más largo, ni el más bonito (aunque es duro, largo y bonito como pocos). Tampoco es el más alto, aunque fuera el primero del Tour de Francia en superar los 2000 metros. No. Pero ya verás, haz la prueba...comenta a alguien ajeno al círculo ciclista que has subido el Tourmalet...te mirarán con otros ojos, pasarás a ser, sí, alguien con otro aura. Aunque antes hayas dicho que hiciste una marcha con Larrau y Soudet seguidos...el Tourmalet es diferente, es algo más. Es el rey. Y por eso es el sitio al que debes de acudir, sin duda alguna, al menos una vez en la vida. Para sufrir y gozar.Por cierto, a mí me parece más dura y bonita la vertiente de Campan, pero sobre eso no hay unanimidad...
    El Galibier. Dureza y tradición. Solo un año después del estreno del Tourmalet aparece el Galibier en la Grande Boucle y el patrón de la carrera Desgrange, es claro: hasta el gigante del Pirineo palidece en la comparación con este otro monstruo. Más alto, más desolado, más, sí, más magnífico, con esas praderas que jamás se acaban, con esos picos de los Alpes perdiéndose por el horizonte. Es una de las escaladas de dureza mantenida más extremas que existen, con más de treinta kilómetros muy exigentes, y uno de esos lugares que debes de conocer si te gusta el mundo de la bicicleta.
    Alpe d´huez. Todo lo que tienen Galibier y Tourmalet de historia, de aroma clásico, lo tiene el Alpe de modernidad, de novedad, de imágenes a color y difusión internacional de la carrera. Y ello pese a que fue la primera llegada en alto de la carrera, con Coppi, nada menos, triunfando en su cima. Pero el Alpe se hace grande en los setenta y mítico en los ochenta, y es una montaña moderna, su carretera es buena, está pensada para toda la familia, tiene bares, salas de fiesta y una estación de esquí fastuosa. Es el Tour del siglo XXI.

Seguimos aquí desgranándote cuáles son esos lugares que debes de conocer al menos una vez en la vida con tu bicicleta, esos sitios que no pueden faltar en tu currículo cicloturista, los que tantas veces has visto en televisión o de los que has oído hablar a tantas personas y que ahora puedes recorrer con tu máquina. Porque ese es uno de los grandes atractivos de este deporte: la posibilidad que tenemos los aficionados de disfrutar, cada día, de los templos míticos del ciclismo... ¿No querrías jugar al menos una vez un partido en Wembley, o unas bolas en la Central de Roland Garros? Pues con tu bici puedes...acompáñanos en este viaje.

    Stelvio. El Stelvio es un lugar especial desde su misma construcción. Creado casi de la nada en la década de 1820, el Imperio Austro-Húngaro se decidió a abrir esta monstruosa carretera para facilitar las comunicaciones militares entre el norte y el sur de los Alpes, y evitar así humillaciones como las que le había infringido Napoleón unos años antes. Así, ponen a miles de obreros a trabajar a más de 2000 metros de altitud, y crean una obra de ingeniería perfecta, ciclópea, con docenas de curvas de herradura que trepan vertiginosamente por la montaña allí donde no parecía que se pudiera subir. Es, de facto, el puerto más alto de Italia, y uno de los más altos de Europa. De hecho el Stelvio era un mito aun antes de haberse subido, era considerado por la literatura ciclista italiana como epítome de grandiosidad, de dureza, aun antes de que jamás el Giro hollase su cima. Y luego llegó Coppi, y allí ya que el Stelvio entró en otra dimensión. Hoy es lugar de peregrinación de ciclistas de toda Europa, que quieren disfrutar con una de las subidas más escénicas, espectaculares y, sí, duras, que puedes echarte a la cara. Eso sí, sus tornanti también atraen a amantes de las dos y las cuatro ruedas con motor, por lo que en ocasiones la ascensión al Stelvio puede llegar a ser algo agobiante debido a la sobreabundancia de vehículos y las altas velocidades que exhiben algunos de ellos...Con todo es un viaje que no puedes perderte.
    Los adoquines de Roubaix. ¿Eres uno de esos que piensan que solo en las escaladas está el sufrimiento? Pues pásate por los adoquines que hay al norte de Francia, entre París y Roubaiz. Son un lugar mítico, uno de esos que todos los aficionados guardan en la retina. Kilómetros y kilómetros de piedras tiradas casi al azar que acaban creando una estrecha senda por la que discurrir a altas velocidades sobre tu bicicleta, temblando por completo y con la sensación de que tus brazos, tus piernas, tus espalda, no pueden aguantar más dolor. La Roubaix cicloturista es una buena forma de conocer a fondo esta particular superficie, y de visitar uno de los templos sagrados del ciclismo histórico, uno que nos lleva a tiempos pasados, que nos retrotrae a las carreras de principios del siglo XX. El Bosque de Arenberg, la doble trinchera de algunos tramos, el decisivo Mons en Pevele...no te lo puedes perder...

Continuamos aquí con nuestro viaje virtual (en preparación de viaje real, ¿eh?, no seas vago) por los lugares más rituales de nuestro ciclismo, aquellos templos al aire libre donde podremos disfrutar de las reales esencias de este deporte, donde podremos recordar las grandes gestas del ciclismo y compartir esfuerzo, sudores y pedaladas con los grandes campeones del presente y del pasado. Y recuerda...estos son lugares míticos de toda Europa...pero más adelante, otro día, contaremos cosas sobre los grandes mitos del ciclismo al sur de los Pirineos...por si no tienes presupuesto este año para viajar a Alpes o Dolomitas...

    Los muros del tour de Flandes. En Flandes el ciclismo es algo más que un deporte, es poco menos (pero muy poco menos) que una religión. En Flandes el ciclismo es especial, es una forma de reafirmar una identidad nacional, es una fiesta, es cerveza, gritos de ánimo, banderas con el león rampante y pasión, mucha pasión. En Flandes el ciclismo es todo cuando llega el Tour de Flandes, De Ronde van Vlaanderen, la carrera más importante para todo un pueblo, el Monumento más diferente, junto con Roubaix, el recuerdo de una época diferente. Y lo que marca a De Ronde son sus muros, esos bergs asesinos recubiertos de un adoquinado irregular y duro, con pendientes imposibles en los que hay que subir pedaleando sentado porque de lo contrario la rueda trasera patina y podemos acabar en el suelo. Recorrer algunos de estos bergs, como el Kapelmuur, el Geraardsbergen o el Paterberg es recorrer las andanzas de Merckx, de Boonen, de Van Looy, de Cancellara, es entrar en la historia más mítica del ciclismo. Es, en otras palabras, algo que no te puedes perder. Además hay una marcha cicloturista que cubre cada año el recorrido del Tour de Flandes, en todo o en parte, por lo que ahora resulta más sencillo que nunca acceder a estos lugares sagrados.
    La Madonna del Ghisallo. El puerto es, en sí, poca cosa. Apenas un puñado de kilómetros sin casi dificultad (rampas duras, sí, pero breves, que nos exigirán sudar pero no morirnos sobre la máquina) y termina, además, en un agradable falso llano en mitad de un bosque delicioso sobre la llanura lombarda. Es, en sí, un puerto precioso, pero no un lugar de peregrinación...salvo por la capilla. Y es que en la misma cima de la Madonna del Ghisallo se erige la capilla del mismo nombre, aquella que alberga a la patrona de los ciclistas, de las bicicletas, del ciclismo. Y entrar allí es entrar en un templo religioso, sí, pero sobre todo en el más espectacular museo ciclista que te hayas podido imaginar nunca, con maglias de Bartali y Coppi, bicis de Merckx y de Gimondi y cientos, miles de fotografías, dedicatorias y todo lo que te puedas imaginar sobre ciclistas y ciclismo en el último siglo. Un lugar especial, diferente, que no te puedes perder por nada del mundo, seas creyente en el cristianismo o solamente en la bicicleta. No te lo pienses más.

Terminamos aquí nuestro recorrido por los lugares más míticos del cicloturismo mundial, esas ideas para vacaciones ciclistas que te estamos dando para que puedas disfrutar, cuando quieras, de la sensación de recorrer auténtica historia de nuestro deporte. Ya lo sabes...buena ruta.

    Col d´Allos. Seguramente Allos no sea el puerto más conocido de los Alpes. Ni siquiera ha sido ascendido en demasiadas ocasiones por el Tour de Francia, y es uno de los grandes olvidados de la carrera en los últimos años. Pero allí se produjo un hecho fundamental en la historia del ciclismo, nada menos que la caída de la mayor máquina de ganar, del mayor emperador, dictador, caníbal que jamás se haya dedicado a deporte alguno. Porque Allos fue la tumba de Merckx en 1975, aunque pasara el primero por su cima, aunque hiciera un descenso pavoroso por sus curvas y barrancos, aunque, en realidad, pareciera, en aquel preciso momento, que estaba sentenciando la prueba. Allos fue su cima, y luego, en Para Loup, una subida pequeñita, una subida sin entidad, dobló la rodilla de forma definitiva. Y ta nada fue igual, porque nada es igual cuando se produce una revolución y el tirano cae. Y fue allí, en Allos. Cómo no visitarlo...
    Aubisque. El Col de Aubisque. El último puerto de la etapa más dura, de la aventura más audaz, de la historia de este deporte. Cuando en 1910 un puñado de pioneros, de deportistas mal preparados, mal vestidos, con máquinas pesadas y entrenamiento insuficiente, se lanzan a conquistar los puertos Pirenaicos en una Luchon-Bayona que es, hoy, sinónimo de leyenda absoluta. Y allí, al final, el Aubisque, con sus lazos, con su Circo de Littor, con su pequeño Lafourcade pasando destacado por la cima, quién es ese, un pequeño pastor de las cercanías, y los buenos, ¿dónde están los buenos?, los buenos vienen atrás, muy atrás. El Aubisque, donde Octave Lapize, futuro héroe de guerra francés durante la Gran Guerra, se baja de su bicicleta, se acerca al representante de la organización, y le dice unas palabras que pasan a la historia: Asesinos. Son ustedes unos asesinos. Ese Aubisque. Puerto duro, precioso, espectacular, escénico. Uno de esos que no te puedes perder.
    Col d´Izoard. Y acabamos nuestro decálogo con uno de los puertos imprescindibles en la épica del Tour y el giro de Italia. El Izoard. El puerto que hizo grande a Bartali, que perfeccionó Coppi, que amó Bobet. El de la Casse Deserte, el de las escaladas conjuntas de los dos ases italianos, el de los transalpinos barriendo la carretera para que sus ídolos no pinchasen, por favor, que no pinchen. El de 1948, con Gino Bartali evitando una guerra civil en el país de la bota gracias a su buen hacer entre la niebla, entre la nieve y el hielo, con Robic enloquecido, con el resto de los ciclistas entrando en los coches aparcados en las cunetas para entrar en calor. Un paisaje lunar, un puerto diferente, intenso y emotivo, alto y duro, pero, sobre todo, áspero. Esas rocas con forma de personas, amarillas, saliendo directamente de las tripas de la tierra. Ese Izoard. Uno de los lugares más legendarios del ciclismo...