Los diez miradores al mar de Jávea

Por @asturiasvalenci Marian Ramos @asturiasvalenci
Es costa bravía la de Jávea esencia de la Costa Blanca. Miradores al borde de acantilados que quitan la respiración al ver un mar festoneado por un litoral abrupto.

Desde Cap Negre

Y entre urbanizaciones que han ido invadiendo las montañas, laberintos de calles, cruces y rotondas se esconden unos rincones más o menos secretos donde podemos disfrutar con tranquilidad del perfil intricado y sorprendente de este tramo de costa bajo una intensa luz en verano que no resulta menos brillante durante el invierno. Porque aquí en Jávea dicen que existe un cielo limpio y transparente durante casi todo el año. No es casualidad que sea una de las poblaciones escogidas por los viajeros del norte de Europa.

Cala Blanca


Una experiencia sensorial donde vamos a ir descubriendo a lo largo de sus veinticinco kilómetros de costa diminutas calas vírgenes; altos acantilados; pinos que se retuercen y se vuelcan hacia el abismo; pequeños islotes que juguetean con el mar; cabos coronados por nostálgicos faros; cuevas navegables y playas de guijarros blancos con aguas de color turquesa.

Playa del Arenal

Durante algunas décadas el litoral mediterráneo sufrió un impulso turístico que ‘obligó’ a dibujar un perímetro costero de hormigón. Sin embargo aún quedan rincones de enorme belleza, solitarios y con una desafiante orografía que puede erizarnos la piel y provocarnos el deseo de querer conocer más. Pero tenemos diez miradores al mar Mediterráneo que nos van calmar esa inquietud y provocar sosiego y ansia de libertad. Como si desde algún acantilado pudiéramos lanzarnos al vacío y poder volar para llegar a todos los recovecos secretos de esta costa de Jávea.


Desde Cabo de San Antonio


Miradores al mar que están señalizados. Nos resta circular con tranquilidad, absorber el paisaje y disfrutar.

Vamos a comenzar nuestro recorrido por la carretera que lleva desde Jávea hasta Denia, una comarcal llena de sorpresas.
1. La Ermita del Santo Cristo del CalvarioNos llamará la atención a nuestra izquierda esa edificación blanca semiescondida entre un pinar. Una bonita ermita con cúpula de tejas árabes azules y blancas que da cobijo al Cristo que es muy venerado por los javienses en sus fiestas que se celebran a finales de mayo.


Merece una parada este mirador porque desde él podemos contemplar la silueta rocosa del Montgó. Esa mole agigantada que protege Jávea y que se extiende hasta el cabo de San Antonio.

2. Los Molinos
Retomamos la carretera para ir atentos a los desvíos. Antes del siguiente encontramos a la izquierda la entrada al ParqueNatural del Montgó donde se puede disfrutar de varias rutas de senderismo.

Pero seguimos avanzando hasta el cruce a la derecha que nos indica: Los Molinos y Cabo de San Antonio.Serpenteando por la carreterilla que nos indica Los Molinos y que se estrecha al invadir los cipreses el asfalto llegamos a un tramo de tierra donde ya podemos adivinar la silueta de varios molinos de viento.


Gracias al viento de sudoeste que sopla aquí ya en el siglo XIV se construyó el primero al que seguirían otros nueve más que utilizaron para la molienda del trigo y otros cereales. En el siglo XIX sus precisos mecanismos dejaron de funcionar y fueron formando parte de una ruina más. Hoy solamente podemos ver uno de ellos con las aspas colocadas.


Pero lo que merece la pena de este mirador es fotografiar las espectaculares vistas que nos ofrece la bahía de Jávea, los cabos que se perfilan en el horizonte y la ladera de pino, cantuesos y lentiscos que va descendiendo hacia la costa.

3. Cabo de San Antonio
Así lo dicen: el cabo de San Antonio es la prolongación del Parque Natural del Montgó hacia el mar. Y allí donde termina la carretera, un mirador al Mediterráneo y un impresionante acantilado protegido por un cercado faro blanco rodeado de chumberas y cantuesos. Un sendero que lo bordea y un cerro que se desploma hacia el vacío entre palmitos, lavandas, romero y tomillo para dar paso a la Reserva Marina del Cabo de San Antonio


Unas panorámicas que nos van a hacer intuir lo que vamos a encontrarnos en los siguientes rincones hacia el sur de Jávea.



Bajo el Cabo de San Antonio hay una pequeña playa, Tangó, que fue la preferida por un sacerdote ortodoxo a principios del siglo XIX.

4. Playa del Arenal y Punta del Castell
Retomamos la carretera para regresar a Jávea y buscamos la playa del Arenal, curiosamente una de las pocas de este litoral que es de arena. Una de las más concurridas por ser urbana y contar con todos los servicios.


Buscamos su extremo sur que está repleto de chiringuitos para subir por unas escaleras en la roca y poder contemplar esta bahía con forma de herradura. Entre las piedras se encuentran los Baños de la Reina. Un poco más alejado existe una obra romana con un canal excavado en la roca que llevaba el agua del mar hasta las pequeñas balsas donde, después de evaporarse, se obtenía el salazón.


5. Cala Blanca
Al sur de la playa del Arenal se encuentra Cala Blanca. Un blanco acantilado alterna con otro de tonos ocres coronados por pinos que gustan desafiar la gravedad y que se vuelcan hacia donde el viento los lleva. Bosque mediterráneo que da cobijo y protección a esta playa de guijarros que fue, antaño, escenario de la pesca de almadraba del atún. Un paraíso para los que gustan bucear entre los bancos de peces con aguas cristalinas.

¿Preparado para visitar los paisajes más hermosos de la costa de Jávea? Buscamos la carretera que lleva al Cabo de la Nao. En ella los tenemos todos en diferentes desvíos a la izquierda.
6. Mirador del Portixol y cala La Barraca
Siguiendo nuestro ascenso por la carretera descubriremos uno de los miradores más emblemáticos. Lo reconoceremos enseguida por la pequeña cruz de piedra que hay en una balconada.


Y desde aquí, una de las imágenes más típicas de esta costa, la isla del Portixol. Un lugar que fue habitado en tiempos remotos tapizado de pino y carrasca. Nos coronan numerosas gaviotas que revolotean alrededor. Si nos volcamos hacia el mirador a nuestra izquierda podemos ver el cabo Prim, esa lengua de tierra que se adentra en el mar. Si descendemos por el sendero podemos llegar al cabo y a la cala La Barraca.


Cala La Barraca


La isla del Portixol está separada de la costa por un canal de doscientos metros. Hay un islote más pequeño a su lado, el Penyal.



La Bahía del Portixol se encuentra cobijada entre dos cabos: Prim, al norte y Negre, al sur. Esta cala, la Barraca, junto a la isla es para muchos uno de los bellos parajes de Jávea. Aquí, aparcar el vehículo para descender hacia el mar, puede convertirse en toda una odisea casi vertical. 7. Cap Negre
Nos hemos trasladado de lugar, de tiempo, de sensaciones… El más espectacular de todos los miradores, por lo menos, a mí así me lo pareció. Aquí, toda la naturaleza tiene cabida, como un puzle bien encajado, como una paleta de colores de decenas de tonos que lo visten.




Islotes, isla, acantilados, cuevas navegables, calas, playas… Intensos azules y verdes turquesas rotos por las estelas blancas y vaporosas de aquellos que practican deportes náuticos sobre sus aguas. Melodiosos vuelos de gaviotas que van trazando movimiento y una brisa marina que alivia el intenso calor del Mediterráneo.Aquí, el horizonte festonea, se quiebra, se rompe.

Y con la respiración entrecortada al caminar por el sendero de tierra no puedes impedir el impulso de parar una y otra vez para contemplar. Un grandioso espectáculo en el que converge la presencia del Montgó protegiendo Jávea; el cabo de San Antonio y su faro; el cabo Prim y su torre. Hacia el sur, aún con una densa neblina, podemos averiguar la silueta impasible del Peñón de Ifach.
8. Cabo de la Nao
Nos acercamos al extremo más meridional de nuestra ruta, el cabo de la Nao. Otro de los inspiradores miradores al mar con faro cercado y rodeado de vegetación mediterránea que crece entre las piedras.

En la base del cabo unos verticales acantilados que casi nos impiden ver como el mar los golpea. Existe una cueva navegable donde pueden entrar pequeñas embarcaciones y varias calas a las que solo se puede acceder desde el mar.Nos encontramos en un enclave muy particular que separa dos golfos: Alicante y Valencia. Quizás a alguien que recorriera los mismos pasos que nosotros se le ocurrió llamarlo ‘el amanecer de la Península’ porque este es el punto más oriental y el que recibe los primeros rayos de sol. Y, además, dicen que en días muy despejados se puede ver la isla de Ibiza.

Un acantilado vertical de 120 metros y a nuestros pies los Pesqueres con unas escalas de cuerda para que los pescadores puedan bajar a la playa. Escaleras colgadas en el vacío y sujetas en las rocas. A este tipo de pesca se le llama encesa y se practicaba durante las noches de luna nueva atrayendo el pescado con el encendido de las lámparas de las barcas. Una vez cerca de la playa, las redes realizaban el resto.


Puntal de Ambolo y torre. Al fondo, el Peñón de Ifach


Si miramos hacia el sur vemos el Puntal de Ambolo y más allá, el Peñon de Ifach.
9. El mirador de Ambolo y su cala
En el puntal de Ambolo existe un desafiante torreón al que llaman el ‘Descubridor’. Es una de las torres vigías que se levantaron en la costa durante los siglos XV y XVI para defender estas tierras de ataques piratas berberiscos. Bajo este mirador se encuentra una pequeña y paradisiaca cala a la que se accede a través de una pendiente descendente y unas escaleras esculpidas en la montaña.

Cabo de la Nao y faro


Cala de Ambolo


Una pequeña playa de cantos rodados y de agua color turquesa que está protegida por un islote al que también llaman el Descubridor aunque está tan cercano a tierra que parece que esté unido a ella.

10. Mirador de la Granadella y su cala
Al otro lado de Ambolo y separada por la montaña se encuentra una de las playas de Jávea más solicitada por muchos buceadores y bañistas, La Granadella.


Pero para llegar a ella no vamos a dejar de impresionarnos por la serpenteante carretera que nos introduce en plena sierra costera donde no existen urbanizaciones y si montañas revestidas de pinadas. De pronto el mar desaparece para dejar paso a un verde intenso de sucesivas pequeñas montañas. Después de desviarnos hacia La Granadella podemos hacer un alto en el camino para contemplar qué vista nos ofrece esta vez el mirador.


Puntal de Ambolo e isla


Ahora, como en todas las ocasiones anteriores, vemos el rincón donde nos hemos encontrado anteriormente: la punta de Ambolo, el torreón y su pequeña isla. En su base, si nos fijamos bien, hay una cueva llamada Los Lobosaunque, cómo es de imaginar, estos cánidos no fueron los que frecuentaron la gruta marina. Es muy posible que se refirieran a las focas monje que habitaron esta parte de la costa mediterránea. Dicen que se llama La Granadella por el nombre de una planta herbácea de la familia de las urticáceas que crece aquí. Tras llegar a una amplia explanada bajamos andando hacia la playa. Nostálgicas casitas pintadas de alegres colores y un restaurante dan paso a esta cala de guijarros blancos y protegida por la Punteta y el Morro del Castell. Una cala con el agua transparente.



En los dos extremos que la protegen existen unas escaleras excavadas en la roca que nos llevan a otras calas mucho más pequeñas y a unas pequeñas cuevas en la montaña.


Nos quedan dieciséis kilómetros para regresar a Jávea por la misma carretera por la que hemos ido conociendo estos rincones tan especiales. Experiencia sensorial por la que, ahora, podemos elegir el que más nos haya gustado y disfrutarlo pausadamente y  con todos los sentidos. 

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