Esa es la lógica conservadora, incoherente e inmoral que predomina hoy en día.
En una sociedad de tradición cristiana como la nuestra, si yo afirmo que 'Dios no existe' aunque no pueda demostrarlo, lo normal es que alguien venga y me diga que soy un ateo dogmático o fundamentalista. En cambio, si mi vecino, que no es especialmente devoto pero cree en Dios, afirma que 'Dios existe' aunque tampoco pueda demostrarlo, se suele decir que es un creyente moderado, pero no un fundamentalista.
En una sociedad de tradición cristiana como la nuestra, si yo digo que la fe religiosa es mala y que las religiones y sus instituciones hacen más mal que bien, lo normal es que alguien venga y me diga que soy un intolerante o incluso una persona autoritaria. En cambio, si mi vecino, que no es excesivamente conservador (o eso dice él), se posiciona en contra del matrimonio homosexual, de la nueva ley del aborto, de la prohibición de los festejos taurinos o de la ley de Memoria Histórica, lo habitual es que no se dude de su compromiso con la democracia, la libertad y la tolerancia.
Esa es la lógica conservadora, incoherente e inmoral que predomina hoy en día.
Esa es la lógica conservadora, incoherente e inmoral que predomina hoy en día.