Los doce cuentos de Gabriel.

Por M.a. Brito @mabrito67

Libro: Doce cuentos peregrinos.
Autor: Gabriel García Márquez

"Era bella, elástica, con una piel tierna del color del pan y los ojos de almendras verdes, y tenía el cabello liso y negro y largo hasta la espalda, y una aura de antigüedad que lo mismo podía ser de Indonesia que de los Andes. Estaba vestida con un gusto sutil: chaqueta de lince, blusa de seda natural con flores muy tenues, pantalones de lino crudo, y unos zapatos lineales del color de las bugambilias. <<Esta es la mujer más bella que he visto en mi vida>>, pensé, cuando la vi pasar con sus sigilosos trancos de leona, mientras yo hacía la cola para abordar el avión de Nueva York en el aeropuerto Charles de Gaulle de París."


Ayer terminé de leer en un vuelo Madrid-Tenerife, el último de los "Doce cuentos peregrinos" de Gabriel García Marquez. A mi lado no se sentó esa chica, la de "El avión de la bella durmiente", el tercero de los doce relatos. De haberse sentado, hubiera releído el cuento mientras la oía respirar profundamente en el asiento B, al lado de la C que me tocó a mi. Pero no: Mi gozo en un pozo. El asiento fue vacío y por respeto a la ausente no lo leí. Me limité a terminar de leer el último, el número doce, el más triste, "El rastro de tu sangre en la nieve".
Ahora que se acerca el verano y hay que alternar familia, hobbies, amigos, tardes largas y noches que hacemos cortas, les recomiendo leer los "Doce cuentos peregrinos" por varias razones. Porque son historias cortas que nos dejan la sensación de que nos hemos bebido toda una botella del mejor Ribera, a pesar de haber bebido solo un sorbo; y no queda resaca, sino la sensación de flotar en una balsa de palabras oleantes, suaves ecos de mundos cercanos. El señor presidente, Margarito Duarte y su peregrinación con su santa hija, María de la Luz Cervantes y su infortunio, la eterna belleza que no envejece de María dos Prazeres, alimentada de lo feliz que hizo a sus múltiples amantes, o el feliz verano de la señora Forbes. Gabriel García Márquez, nos lleva por Europa de peregrinación con sus doce trazos. Cada parada una historia. Su prosa poética, que busca en los ingenios de la palabra la explosión de la imagen, queda para siempre retratada en nuestra retina, y sus historias, esas que crecen enraizadas en unos personajes redondos hacen de su lectura un placer inacabado. Por eso siempre vuelvo a Él, a recrearme en sus libros.