La colina de Fourvière, a la que se accede por un funicular desde el barrio histórico de Lyon, conserva su gran teatro romano, al lado del que respetuosamente se ha camuflado un edificio de hormigón que alberga el Museo Galo-Romano.
La obra fue diseñada por el arquitecto minimalista Bernard Zehrfuss e inaugurada en 1975. El museo se recorre en forma de hélice desde la planta superior.
Ya hemos hablado de la mayor joya del museo, el Calendario de Coligny, nos fijamos ahora en sus dos dodecaedros. Un enigma rodea su función. Ya se han encontrado unos sesenta, todos en la antigua Galia. No se ha desenterrado ninguno en el resto del Imperio.
Hay dos opiniones contrapuestas sobre la función del objeto, las dos especulativas pues no hay documento de la época que haga referencia a los dodecaedros. Una hipótesis se basa en la propia forma dodecaédrica (y por tanto astral), y la otra se fija más en los agujeros circulares contrapuestos. El ajuste de las dos aperturas podría servir para medir distancias en agrimensura.
¿Calendario y/o teodolito? El dodecaedro galo-romano seguirá siendo un objeto interesante.
El Museo tiene otros muchos objetos que resaltar, como una bomba hidraúlica o las balanzas romanas que reproducimos. Dejamos los mosaicos geométricos para otra ocasión.