Los editoriales clásicas proponen novelas pesadas

Publicado el 16 octubre 2014 por Bloggermam

Mucha gente pasea en los centros comerciales entre estanterías repletas de ropa o de comida. Yo sin embargo, tengo la costumbre de pasearme entre libros. El libro es un objeto fetiche que me llama la atención. Disfruto agarrando uno, pasando sus hojas, sintiendo el olor de la tinta. Aunque no me dejo llevar por la portada, el volumen que ocupan, o el tacto de sus hojas. Yo me fijo más en el interior. Yo los libros no los uso como elementos decorativos, los leo. Por eso me da igual el aspecto que tengan exteriormente.

Si tanto me gustan los libros debería pasear por una librería, es cierto. Pero la vida actual nos devora a todos y tengo más cerca los centros comerciales que las librerías. Evidentemente la sección dedicada a los libros en un centro comercial es a la literatura lo que un Burger King a la gastronomía de calidad, pero no por ello voy a negarme una paseo entre libros. Además, entre solomillo y solomillo de vez en cuando cae alguna que otra hamburguesa. Por otro lado, aunque el paseo nunca me lleva a comprar nada, me sirve para informarme sobre lo que las grandes editoriales han decidido que sea un best-seller.

En las estanterías de los centros comerciales el libro del personaje televisivo de moda o alguna que otra biografía de algún descerebrado con notoriedad, se codean con las sagas de libros encumbradas al Olimpo por la industria del cine, o con los volúmenes de los escritores aceptados socialmente como perteneciente al grupo de “los que hay que leer” para estar en la onda.

Justo antes de escribir estas líneas estaba me encontraba entre esos montones de libros profusamente publicitados y decidí buscar algo. Nada en concreto, sólo quise comprobar si había al menos un libro de relatos cortos, no ya de escritores noveles, si no de consagrados escritores como Jorge Luís Borges, Kafka, Edgard Allan Poe, la reciente premio Nobel Alice Munro, Antón Chejov, Lovecraft. Imposible. El relato corto es un género maldito, más denostado comercialmente incluso que la poesía.

Las editoriales clásicas han decidido que lo que se tiene que leer son novelas, cuanto más voluminosas mejor. No sé si para conseguir que los lectores se ahorren el dinero de ir al gimnasio, por conseguir tono muscular al arrastrar tochos de cientos de gruesas páginas -se ha puesto de moda las novelas de un kilogramo de peso- . O quizás es para que en la portada se vea el nombre del autor más grande que el título, o quizás para que los ilustradores encuentren un lugar de lucimiento en las portadas infinitas que lucen los libros prêt-à-glisser (glisser, del francés arrastrar). En realidad es una mera cuestión de espacio. Si mis libros ocupan mucho -razonan las editoriales clásicas-, no queda espacio para que se expongan los de las editoriales de la competencia. Por eso también se editan libros que no se leería ni la familia del autor. La cuestión es que no puedan aparecer productos de la competencia. Les podría valer lo mismo un libro de piedra maciza, que en la superficie apareciera el nombre de un famosete, el logotipo de la editorial y el precio.

Novelas voluminosas, biografías exageradamente abultadas, sagas de libros repetitivos. Para mi es el canto del cisne de las editoriales antes de su muerte. Una destrucción al estilo de las Valquirias en las que la belleza del momento resta importancia a la tragedia del suicidio ritual.

El ebook más fino, más concreto, enfocado al contenido y al disfrute de la lectura cómoda va ganando la partida al libro clásico, asfixiado por las editoriales en las que los costes de distribución son la excusa para que los autores apenas vean una ínfima parte de lo facturado.

Llegan profundos cambios en el mundo de los libros. Está escrito.

keagustitomekedao