Vengan a ver la farsa,
el decorado roto, la peluca mal puesta,
palabras de cartón y pantomima.
Son malos años para la justicia.
Como el mar no es azul,
los barcos equivocan la cuenta de sus olas.
Como el dinero es negro,
la moneda menguante de la luna
ha pagado el recibo de la noche.
[Leer los versos completos de "La Farsa"]
Poco a poco se han ido conociendo detalles del veredicto del jurado popular que declaró al expresidente Camps "no culpable" del delito de cohecho impropio pasivo (es decir, recibir regalos que le hacían en atención a su cargo). No se trata de hacer un análisis riguroso desde el punto de vista jurídico, sino de recopilar algunos datos interesantes del dichoso veredicto.
De momento, parece ya bastante claro que uno de los miembros del jurado, proclive a las tesis de la defensa, lideró las deliberaciones. La acusación ya había consumido sus cuatro posibilidades de recusar a posibles jurados y se les coló éste sin poder hacer nada por evitarlo. Numerosos detalles vistos a lo largo de la vista oral apuntan a una cierta complicidad entre éste jurado y los familiares de Camps que acudían a las sesiones del juicio. Cuando Camps vió que, además, iba a ser el portavoz del jurado que leyese el veredicto, se le observó decir "vamos bien".
Tampoco parece que hay ninguna duda respecto a la poca preparación que tenían los nueve jurados. Y no lo digo por las faltas de ortografía que cometieron (aunque es un detalle llamativo), lo digo por el desconocimiento de algunos principios básicos del Derecho. Entre otras lindezas, en el veredicto se afirma que no existen documentos que demuestren que Camps no pagó los trajes, algo que es casi imposible a poco que se reflexione ¿alguien tiene algún documento que pruebe que no ha pagado algo? Más bien al contrario, las reglas básicas de la carga de la prueba dicen que el que afirma es el que debe probar, aunque sea con indicios.
Pero para este jurado había indicios más valiosos que otros. Por ejemplo, consideran plausible que el chófer de Camps le prestase dinero para pagar los trajes y, sin embargo, no mencionan para nada que la chica del mostrador que se los entregó asegurase que Camps se limitó a darle las gracias y salir con los trajes por la puerta.
Y termino con una referencia a esas lágrimas de cocodrilo que pronuncian algunos dirigentes del PP, incluso locales: "¿Quién devuelve la honorabilidad a Camps?". Yo creo que á Camps nadie le quitó nada, su honorabilidad la perdió cuando decidió hacer negocios con indeseables. Camps debería haber asumido mucho antes su responsabilidad política, pues ahora, tras su absolución, tendría su imagen menos tachada. Todos en el PP saben que Camps deja muchas facturas por los cajones. Ni él ni sus amigos han tenido un comportamiento ejemplar, por mucho que lo nieguen en público.