No son éstas, no obstante, cuestiones que pertenezcan por completo a un futuro nebuloso que no podamos siquiera intuir, pues, desgraciadamente, los escritores no solo se mueren de viejos, sino también en la flor de sus vidas por enfermedad o accidente. Hace tres años falleció un poeta bien conocido en el mundillo undegroundmadrileño; me refiero a José Luis Zuñiga. Su muro de Facebook se llenó de condolencias; fue de hecho uno de los primeros altares virtuales que conocí. También algunos blogs le rindieron homenaje; subieron algunos de sus poemas, su foto, etc. La escritora, profesora y traductora Isabel Nuñez falleció en 2012 tras una larga enfermedad. Su blog le sirvió de diario en el que plasmar reflexiones estremecedoras sobre la enfermedad y la muerte. Fueron muchas las muestras de cariño que se produjeron en la red tras su fallecimiento. Los medios de información, mayormente locales, aunque también nacionales, le dedicaron unas líneas a su figura y a su obra. Pero quizá el reconocimiento más unánime, aunque en ningún caso comparable al de los autores de generaciones anteriores, se lo haya llevado Félix Romeo, escritor y agitador cultural fallecido en 2011. Romeo fue director del programa de televisión La Mandrágora y publicó varias novelas, alguna, como Amarillo, con bastante éxito de crítica y público. Tras su muerte sus novelas volvieron a verse en las mesas de novedades y se editaron tres obras a título póstumo. La muerte de Félix Romeo ha sido por lo tanto uno de los últimos casos en que una pérdida prematura hace sonar el gong de la información oficialista.Ahora que caminamos hacia un tiempo terrible para la lírica, parece bastante difícil que nuevas figuras emerjan de la nada (como sucediera hace unos años con Agustín Fernández Mallo, por ejemplo). Me pregunto si ese vacío mediático, aunque paliado con cariño por las redes sociales y los blogs, simboliza la muerte del escritor, pues uno no puede existir si no muere o si, como diría Berkeley, nadie percibe su muerte. Quizá en el futuro, huérfanos de referentes, los medios no anuncien eso de "Muere Fulanito de Tal, genio de las letras" y sin embargo celebren la existencia de algunos de los libros escritos por Fulanito, y los hagan inmortales.
No son éstas, no obstante, cuestiones que pertenezcan por completo a un futuro nebuloso que no podamos siquiera intuir, pues, desgraciadamente, los escritores no solo se mueren de viejos, sino también en la flor de sus vidas por enfermedad o accidente. Hace tres años falleció un poeta bien conocido en el mundillo undegroundmadrileño; me refiero a José Luis Zuñiga. Su muro de Facebook se llenó de condolencias; fue de hecho uno de los primeros altares virtuales que conocí. También algunos blogs le rindieron homenaje; subieron algunos de sus poemas, su foto, etc. La escritora, profesora y traductora Isabel Nuñez falleció en 2012 tras una larga enfermedad. Su blog le sirvió de diario en el que plasmar reflexiones estremecedoras sobre la enfermedad y la muerte. Fueron muchas las muestras de cariño que se produjeron en la red tras su fallecimiento. Los medios de información, mayormente locales, aunque también nacionales, le dedicaron unas líneas a su figura y a su obra. Pero quizá el reconocimiento más unánime, aunque en ningún caso comparable al de los autores de generaciones anteriores, se lo haya llevado Félix Romeo, escritor y agitador cultural fallecido en 2011. Romeo fue director del programa de televisión La Mandrágora y publicó varias novelas, alguna, como Amarillo, con bastante éxito de crítica y público. Tras su muerte sus novelas volvieron a verse en las mesas de novedades y se editaron tres obras a título póstumo. La muerte de Félix Romeo ha sido por lo tanto uno de los últimos casos en que una pérdida prematura hace sonar el gong de la información oficialista.Ahora que caminamos hacia un tiempo terrible para la lírica, parece bastante difícil que nuevas figuras emerjan de la nada (como sucediera hace unos años con Agustín Fernández Mallo, por ejemplo). Me pregunto si ese vacío mediático, aunque paliado con cariño por las redes sociales y los blogs, simboliza la muerte del escritor, pues uno no puede existir si no muere o si, como diría Berkeley, nadie percibe su muerte. Quizá en el futuro, huérfanos de referentes, los medios no anuncien eso de "Muere Fulanito de Tal, genio de las letras" y sin embargo celebren la existencia de algunos de los libros escritos por Fulanito, y los hagan inmortales.