En los primeros años del post franquismo y de la falsa democracia española, ese espacio político de Centro, vital para la democracia, molestaba tanto a la AP de Manuel Fraga como al PSOE de Felipe Gonzalez, que, con una miopía política evidente y una avaricia descontrolada, lo combatieron con saña hasta hacerlo desaparecer. A partir de aquella demolición de UCD, España está huérfana de centrismo democrático y fue presa del peor bipartidismo, como lo ha demostrado la Historia.
Los españoles, tradicionalmente, han recuperado y aupado el centro político cuando se sienten en peligro y abrumados por una situación política de emergencia, como ocurre hoy en España. Es el recurso sabio del electorado español frente a fenómenos tan preocupantes como el actual, donde los viejos partidos han fracasado y están achicharrados y corrompidos hasta el tuétano, mientras que el nuevo que despunta con fuerza, Podemos, llega cargado de inquietudes, riesgos y amenazas.
Conscientes de que el Centro es el espacio mayoritario natural del electorado español, tanto la izquierda como la derecha se han presentado ante los ciudadanos como partidos centristas, una falsedad que el ciudadano jamás se ha creído.
Votar al centro en momentos de turbación es como un seguro de vida para una sociedad que se siente víctima de una pinza integrada por partidos corruptos y extremismos amenazantes. Los ciudadanos votan al centro en busca de sosiego, moderación, mas democracia y soluciones no traumáticas.
En la reciente encuesta de la cadena SER, Ciudadanos pasa del 5 al 13.4 por ciento de apoyo electoral, en un solo mes, un salto enorme, mas potente, incluso, del que dio Podemos en su victorioso ascenso inicial.
A medida que se acerca la cita electoral, las aguas se calman y el panorama se hace mas racional y lógico. Podemos capta votos decepcionados de la izquierda, sobre todo de IU y PSOE, mientras que Ciudadanos capta votos del centro sociológico y de los muchos antiguos votantes de la derecha que están frustrados y decepcionados.