A esperas de ver cómo se desarrolla la 2º temporada de “Orange is the new black” que se estrena este fin de semana, han acabado o están en ciernes de hacerlo varias de las series “revelación” del pasado año (exceptuando la estupenda “Master of sex”). El resultado ha sido bastante desigual:
“The americans” fue para mí la mejor serie del año pasado, tal vez porque llenó un vacío que me había dejado Homeland y su continua degradación desde la no inmolación de Brody en aquel sótano. La serie era frenética y novedosa aunque la trama que desarrollaba (espías rusos infiltrados en USA en plena guerra fría) pareciera muy manida. El énfasis y el protagonismo total en esta pareja rusa de infiltrados “legales” (Keri Russell –con un papel tan superior como diferente de la asquerosa Felicity- y Matthew Rhys -Brothers&Sisters-) parecía una apuesta más que arriesgada para el público americano, tan patriota y conservador,incapaz de identificarse con traidores a su país.
La serie es fantástica y te mantiene en permanente tensión con un guion muy bien trabajado y unos secundarios que crean un juego fascinante en las relaciones embajadas, FBI y KGB que es muy de resaltar para los apasionados del género, y donde un espía doble o triple salta en cada esquina. Lo hace especialmente bien (además de los protagonistas) Noah Emmerich, agente de contraespionaje del FBI y mezclado en un peligroso juego amoroso con una trabajadora rusa de la embajada
Pues bien, la 2º temporada, a pesar de un valle a mitad de la temporada, no desmerece en nada a la 1ª, con un final tan sorprendente como fabuloso, dejando abierta la puerta a una apasionante 3º temporada, donde volverán a entremezclarse los sentimientos de amor y odio a la familia y a la madre patria. La temporada,sin duda, ha mantenido el nivel, la calidad y el ritmo que nos han enganchado a la serie con sus vueltas de tuerca imposibles
Otra serie de la que hemos disfrutado hasta hace nada, ha sido Hannibal. Como decía de la anterior, la 2º temporada es incluso mejor, desarrollando los personajes mucho más y mostrándonos todos los prismas de este mítico y seductor personaje que tan maravillosamente ha creado Mads Mikkelsen. La serie ha jugado a placer con el cerebro de los espectadores, como Lecter con sus pacientes, mezclando esa alta elegancia que solo comparte con “Mad men”, con el gore total. El juego que desarrollan Hannibal y Will Graham (debo reconocer que muchas veces deseo que Hannibal se coma su corazón con salsa café de París), llega al cenit en el último capítulo donde todas las tramas convergen. Aunque no hay un solo capítulo que sobre ni una sola escena que desmerezca. Pero sobre todo es una maravilla la aceptación como colegas (que no amigos) de los dos protagonistas y la interacción en esas sesiones en las que se masca la traición. Un juego de nada es lo que parece ni somos tan buenos ni tan malos como aparentamos.
Nadie sabe muy bien qué pasará en la nueva temporada, pero el regusto que nos ha dejado la última ha sido tan imborrable y sublime como los platos caníbales que Hannibal nos presenta en la serie (obra y gracia del gran Jose Andrés). Como le dije a mis amigos, viendo Hannibal solo tengo ganas de beber vino y comer carne humana
Y, como siempre tiene que haber un pero, otra de las grandes series alabadas de la temporada pasada, “Orphan black”, estrenó su 2º temporada. Aun no ha finalizado, pero me declaro culpable de haberla abandonado tras el 1º capítulo de la nueva temporada.
Ya la primera temporada me pareció ciertamente sobrevaloradaaunque debía admitir la originalidad y la más que decente actuación de la protagonista (Tatiana Maslany) que interpreta a 5 personajes diferentes con bastante tino. Sin embargo es expandir más el rollo de la clonación, las hermanas iguales pero con distinto peinado, y una trama llena de fisuras que no da para mucho más de sí.
Deberían dejarla morir dulcemente, como otras series no renovadas tras una pésima 2º temporada. O si no, que se la den al Dr. Lecter que sabrá hacer una riquísima tortilla sacromonte con ella