Los estigmas: ¿un ejemplo de sugestión llevada al extremo?

Publicado el 04 julio 2013 por Iris Bernot @irisbernot
  Lo de los estigmas ha sido algo que siempre me ha fascinado e inquietado a partes iguales. Pensar que podría despertarme de repente con heridas sangrantes en las manos, en los pies o en la cabeza me llena de temor. Aunque ahora estoy un poco menos atemorizada por eso que antes, porque he estado investigando un poco y, al parecer, eso solo pasa a personas que son muy creyentes, tan creyentes que pueden llevar el misticismo y la fe a niveles exagerados, tan exagerados y extremos que pueden llegar a tener esas llagas o heridas sangrantes en el cuerpo con una facilidad pasmosa.
     El fenómeno de los estigmas no es algo nuevo. Empezó a ser conocido en el siglo XIII  con San Francisco de Asís, aunque fue en el siglo XIX cuando empezó a tener un gran auge gracias a muchos casos de gente con estigmas que fueron apareciendo poco a poco a lo largo de toda Europa. Desde que comenzó el auge de los estigmas ha habido unos trescientos casos documentados, de los cuales tan solo unos sesenta han sido reconocidos como verdaderos por la Iglesia Católica. Hay que decir que los estigmas pueden ser considerados un milagro o una maldición, pues cuando son semejantes a las llagas que Cristo sufrió en la crucifixión son considerados como algo milagroso y propio de Santos y devotos, y cuando aparecen en el cuerpo de personas que no son creyentes y sus formas y localizaciones en el cuerpo no concuerdan con las de Cristo son consideradas malévolas o diabólicas. Los estigmas suelen aparecer en el cuerpo de personas que tienen una gran fe en Jesús y en Dios y que viven su vida con una gran devoción y misticismo. Suelen ser heridas o  hemorragias sangrantes que aparecen en las palmas de las manos, los pies, las sienes o el costado, simulando a los clavos que atravesaron a Cristo en la cruz, la herida en el costado que le provocó la lanza que un romano le clavó, o las heridas en las sienes que la cruz de espinas que le pusieron en la cabeza le causó. También se dice que ha habido casos de personas que han llegado a sentir el dolor de estas heridas sin que éstas hayan llegado a ser presentes en su cuerpo, teniendo así estigmas invisibles, aunque estos casos siempre han tenido menos repercusión que los referidos a estigmas visibles.   Me fascina y me inquieta mucho esto de los estigmas, como ya he dicho al principio, y lo que más me fascina e inquieta de ello es la explicación que la psiquiatría ha dado a este fenómeno, del cual todavía no se ha podido extraer ninguna conclusión firme y decisiva en el mundo científico. Al parecer, los psiquiatras han acabado coincidiendo en que estas heridas son causadas por una sugestión de la persona que las padece, porque ésta vive su fe de una manera tan intensa que acaba causándose a sí misma esas heridas en el cuerpo. Dicen los entendidos de la mente humana que, así como aquellos que sufren de histeria o de pensamientos delirantes pueden acabar teniendo picores o grandes manchas en la piel, aquellos que viven su religión de una manera tan profunda que ésta acaba siendo el único motor de su existencia también pueden tener heridas o llagas en el cuerpo semejantes a las de Cristo. Dicen que estas personas interiorizan tanto el sufrimiento de Jesucristo que pueden llegar a padecer las mismas heridas que él.    A mí me estremece el hecho de que un ser humano pueda vivir algo tan intensamente que lo que vive le haga padecer un dolor físico tan extraño y sangrante como los estigmas, pero si miramos hacia atrás, nos daremos cuenta de que la mayor parte de los Santos y de los mártires de la historia han padecido dolores y mortificaciones físicas y psicológicas enormes ( anorexia, llagas, adicción por la flagelación, heridas auto inflingidas en algunas partes del cuerpo...)     Yo respeto mucho a las personas que viven con un misticismo exagerado, porque creo que son capaces de llegar a un nivel de intensidad y de introspección que el resto nunca podremos alcanzar, y los estigmas son una prueba de ello. No voy a entrar en si los estigmas son algo milagroso o no, porque creo que eso es algo que cada uno ha de decidir dependiendo de su concepción de las cosas y de sus creencias, pero lo que está claro es que si lo miramos como un ejemplo de sugestión llevada al extremo podemos acabar con los pelos de las piernas y los brazos de punta. Yo solo espero que nunca me levante un día con una llaga en la mano o en el pie, aunque francamente no creo que eso sea posible en mi caso, porque yo no soy demasiado mística, y porque además los placeres terrenales me gustan demasiado para abandonarlos por ninguna creencia, sea la que sea. Así que creo que en ese sentido puedo dormir tranquila... Menos mal...

Espero que nunca me levante así...