Los falsificadores

Publicado el 31 agosto 2009 por Fernandoramos

El tema de la segunda guerra mundial, el holocausto judío, los campos de concentración, y todo lo sufrido por las víctimas del nazismo, ha dado para llenar kilómetros de celuloide. Todas las historias coinciden en lo monstruoso de aquel suceso, nadie lo puede negar; pero no siempre el cine es capaz de recrear el dolor que pudieron haber experimentado quienes tuvieron que enfrentarlo, en ese sentido, las imágenes siempre se quedarán cortas.
Títulos como: La lista de Schindler, obra maestra, no sólo del tema, también del cine, en general; y El pianista, puesta en escena de la fortaleza del espíritu humano; han logrado alcanzar niveles cercanos a la realidad; aunque también está, en el otro lado del espectro, el tema tratado con irreverencia, pero con tremenda sensibilidad en: La vida es bella.
Abordar tal evento se hace cada vez más difícil, como lo demuestra Los falsificadores, filme alemán producido en 2007, que a pesar de haber cosechado buena cantidad de premios, incluido el Oscar a mejor película en habla no inglesa, sólo por muy poco logra elevar el nivel más allá del promedio, quedando, al final, en intento honesto y técnicamente bien realizado, pero nada más.
La cinta cuenta la historia real de Salomon Sorowitsch (Karl Markovics), famoso falsificador de la época, quien al ser capturado es enviado a un campo de concentración. Días después de su llegada es trasladado a otro campo y confinado a una galera distinta, en donde sus ocupantes tienen algunos privilegios. Él y otros especialistas en impresión y artes gráficas son obligados a falsificar dinero, para llevar a cabo la llamada Operación Bernhard, que consistía en imprimir la mayor cantidad de libras esterlinas y dólares, con la idea de distribuirlos en los países enemigos y hacer colapsar su economía.
Aunque esté basada en hechos reales y eche mano de todos los elementos utilizados por sus predecesoras, la película no logra trascender el umbral del lugar común. Las imágenes remiten, inevitablemente, a lo mostrado por Spielberg, Polansky, Benigni, para citar a los directores de los títulos nombrados arriba. Se puede decir que la crudeza ya no es recurso, que es necesario darle un matiz distinto al sufrimiento, porque la reiteración, lejos de ser un homenaje, hace pensar que el director, Stefan Rusowitzky, optó por ir a lo seguro; es decir, llevar a la pantalla algo ya probado.
No se trata de una producción fallida, las actuaciones son buenas; la dirección de arte reproduce, con alto grado de fidelidad, los escenarios de la guerra; la fotografía confiere los colores necesarios para crear la atmósfera adecuada; sin embargo, el guión carece de diálogos inteligentes y no desarrolla en buena forma a los personajes, lo que redunda negativamente en el conjunto.
Los falsificadores es una cinta con buenas intenciones, pero a duras penas supera el límite del buen cine. Es un ejemplo de como los críticos, académicos y jurados, suelen sobreestimar todo lo que tenga olor a viejo continente.
Calificación 6/10