1944. Junio. Francia continúa bajo la ocupación Nazi. Los aliados necesitan liberar al país galo si quieren tener alguna posibilidad de poner fin de manera satisfactoria a la Segunda Guerra Mundial. Litoral sur de Inglaterra. El viento se arremolina. Las olas rompen contra las rocas. Winston Churchill embutido en su traje negro pasea junto a la orilla. Baja la mirada. Una marea de sangre rodea sus zapatos. Su sombrero vuela y queda flotando lejos de su alcance. Paralizado observa cómo su mujer lo recoge y se lo acerca. Las playas me llevan treinta años atrás. ¡Cuántos hombres jóvenes! ¡Cuánto desperdicio! No permitiré que se repita. La imagen destiñe. Blanco y negro. Cadáveres y alambradas sobre la arena mientras se adentra en su peor pesadilla.
Los terribles remordimientos no han dejado de atormentarle. En 1915, bajo su mando, cientos de miles de soldados perdieron la vida en el desembarco de Gallipoli; una de las más terribles carnicerías acaecidas en la Primera Guerra Mundial. Cuatro días antes del día D y abrumado por el peso de la responsabilidad y de lo que sus conciudadanos esperan de él, se opone frontalmente a la Operación Overlord, los planes de Estados Unidos para realizar un ataque sorpresivo similar en las playas de Normandía. Esta película nos va a narrar las cavilaciones de un demacrado y dubitativo líder venido a menos en ese pequeño lapso de tiempo que precedió al momento clave del conflicto en Europa.
Quien espere un filme biográfico al uso o un largometraje bélico no va a encontrar nada de eso en esta, sin embargo, muy interesante semblanza del polifacético político inglés. De inicio, un Churchill obsesionado con su propia grandeza histórica aparece agotado por un lustro de cruenta contienda y aquejado de una profunda depresión. Una sombra del héroe que años antes hizo frente con bravura al Blitzkrieg, la guerra relámpago de Hitler.
La singularidad de este trabajo radica en su intención de mostrar algo nunca visto antes. Cómo la figura pétrea de un Primer Ministro vigoroso e inexpugnable, la que ha quedado en los anales, comienza a resquebrajarse. En un afán claramente introspectivo, el realizador australiano Jonathan Teplitzky analiza la flaqueza del mito, los fantasmas de un hombre al borde del colapso físico y mental, ninguneado por Eisenhower, Montgomery e incluso por su propio estado mayor, y únicamente apoyado por su esposa Clementine, auténtica espina dorsal y figura imprescindible sin la que no habría alcanzado los logros que le reportaron respeto y admiración en todo el mundo.
La sombra del anterior trabajo de Teplitzky, Un largo viaje, se encuentra presente en cada fotograma de esta cinta, hecho que queda subrayado por la sensibilidad y la crudeza con la que se acerca a la tormentosa relación de la pareja debido a la inestabilidad emocional del futuro Premio Nobel de Literatura. Los momentos más emotivos e impactantes surgen de este precioso duelo interpretativo entre dos grandes del cine británico como Miranda Richardson y Brian Cox, soberbios ambos en su encarnación del matrimonio Churchill.
Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos.
Copyright imágenes © Salon Pcitures, Tempo Productions Limited, Head Gear Films, Metrol Technology. Cortesía de A Contracocrriente Films. Reservados todos los derechos.
Churchill
Dirección: Jonathan Teplitzky
Guión: Alex Von Tunzelmann
Intérpretes: Brian Cox, Miranda Richardson, John Slattery
Música: Lorne Balfe
Fotografía: David Higgs
Duración: 105 min.
Reino Unido, 2017
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