La palabra ‘fifí’ no se refiere a la clase media, a los blancos o a los opositores, sino a quienes desprecian al pueblo. No se refiere a una clase social, sino a una perspectiva clasista y a una enorme resistencia al cambio.
Los medios ‘fifís’ se han dedicado a distorsionar la importante referencia histórica en que se basa el presidente Andrés Manuel López Obrador para utilizar este término.
Los ‘fifís’, entonces, son quienes desde hoy preparan el camino para un golpe de Estado; son quienes le apuestan a la violencia, la mentira y el conflicto; son quienes se asustan frente a los ríos de caras alegres que aplauden y vitorean al presidente de México.
Los ‘fifís’ pueden ser ricos o pobres, blancos o morenos, hombres o mujeres. Lo que los une no es su clase social o su apariencia física, sino su ideología.
Claro, las ideas importan y mucho.
El Diccionario de la Real Academia Española define la ideología como: “Conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época”.
Durante mucho tiempo, México ha sido dominado por una ideología neoliberal basada en el individualismo, la competencia, el elitismo y el racismo. Este enfoque ha intentado justificar la corrupción, la privatización y la exclusión de más de la mitad de la población de los frutos del desarrollo.
En contraste, López Obrador propone otro modelo de desarrollo basado en los intereses colectivos, la solidaridad, la honestidad, la democracia y la igualdad.
Quienes ven esta nueva ideología como una amenaza a sus intereses y a sus bolsillos, quienes ven el empoderamiento de los pobres como un desafío a sus privilegios en lugar de una oportunidad para crecer juntos: esos son los ‘fifís’.
Son los egoístas que no saben compartir, son los racistas que desprecian al pueblo mexicano y los patrioteros que odian a los migrantes. Son, al final de cuentas, fieles seguidores de la ideología de Donald Trump.
Ahora bien, algunos se asustan por la utilización de estos términos. Dicen que divide al país cuando lo que hace falta es unidad.
Añoran, al parecer, los discursos vacíos e hipócritas de los anteriores presidentes, Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón, quienes se llenaban la boca con discursos de amor y paz pero, en los hechos, se dedicaban a construir un régimen de privilegios.
Hoy, el 10 % más rico de México concentra dos terceras partes de la riqueza mientras más de 50 millones de personas sobreviven debajo de la línea de pobreza.
Pongamos el cascabel al gato. Denunciemos a quienes realmente quieren dividir al país para poder avanzar hacia una verdadera unidad que incluye a absolutamente todos los mexicanos, no solamente a unos cuantos.