Los finales y los años

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Durante las dos últimas semanas se han multiplicado las imágenes de luces de Navidad, árboles en las casas y comentarios, muchos comentarios, sobre el final de año, el cambio de fecha y la necesidad de que ocurra. Nos empeñamos en afirmar que queremos perder de vista 2020 como si el 31 de diciembre a las 00.00 horas, en ese momento concreto, todo fuera a cambiar y desapareciera la realidad en la que estamos sumidos.

La vida no cambia porque cambie el tiempo. La realidad no muta en consonancia con las convenciones sociales de cada una de las culturas que habitan este planeta. Sin embargo, seguimos anclados en las fechas y olvidando que las circunstancias hay que afrontarlas y gestionarlas; y tenemos que mirar hacia adelante con la esperanza que cada uno queramos o podamos conseguir. Todo termina en algún momento, y empieza en otro o en el mismo.

Mientras tanto, los señores del tiempo -como los llamaba Momo-, nos roban los instantes, los momentos, nos impiden disfrutar de lo que tenemos, incluso en los malos tiempos, y absorber hasta el último segundo de lo bueno que nos puede pasar cada día.

No, convenzámonos ya, 2020 no tiene ningún gafe, 2021 no nos resarcirá de lo que estamos viviendo. Todo dependerá de otros muchos factores que nada tienen que ver con un cambio de fecha. Los años no son buenos ni malos porque, realmente, no existen como tales, más allá de lo que nos han dicho que tienen que ser.

Tengo un tío que vive turbado los años bisiestos porque, según él, son muy negros y siempre pasa algo malo en la familia. Se pasa 365 días convencido de que alguno de nosotros vamos a sufrir algo irreparable. Al final, si no pasa nada excesivamente grave, busca algún suceso para refrendar su teoría, pero esa es la vida, que pasen cosas buenas y malas cada día, cada año, bisiesto o no.

Es cierto que hoy más que nunca imploramos paz y tranquilidad de forma masiva, pero antes también la hemos pedido de forma individual. Nadie vive igual la misma época. No nos perdamos en el deseo intentado huir de la realidad, porque esa realidad es la que es y seguirá ahí con o sin 31 de diciembre a las 00.00 horas. Aprovechemos el qué y el cómo independientemente del cuándo.