Los fines de semana son sagrados

Por Una Mamá (contra) Corriente @Mama_c_corrient
Algunas personas me habéis preguntado si mañana voy a ir a la conferencia que da en Madrid Carlos González o si voy a ir a alguna de las otras que están previstas para los próximos sábados. La respuesta es no y el motivo: los fines de semana son sagrados.
Desde que mi hijo entró en nuestras vidas en forma de blastocito, nos hemos ido adaptando a las exigencias del momento. Durante el embarazo, a un enclaustramiento forzoso. Durante sus primeros meses, a escasas salidas, siempre breves, siempre cerca de casa, siempre muy medidas. Poco a poco, conforme fue creciendo, hemos ido aprovechando la flexibilidad que el propio niño iba dando. Ahora, por ejemplo, salimos muchísimo más, podemos sentarnos a tomar algo en cualquier sitio (¡siempre que haya patatas, pan o algo rico!), podemos salir más tarde y volver más tarde porque su hora del baño ya no es como las doce de la noche para cenicienta... Pero hay cosas que siguen sin poder ser y una de ellas es pasarme más de medio sábado a mi bola.
Con el tute semanal que llevamos, cada uno por sus cosas, cuando llega el fin de semana, lo que queremos y necesitamos (a partes iguales) es estar juntos. No estoy segura de que todo el mundo pueda comprender esto pero cada día me resbala más. Nuestras necesidades son básicas y atenderlas, una prioridad. Eso mantiene el equilibrio.
Creo que respetar las fases por las que hemos ido pasando los tres, adaptándonos al ritmo natural que se iba marcando, ha sido la clave de estar siempre tan bien como hemos estado. Las fases, aunque parezca que no, pasan. Recuerdo los primeros meses, donde no nos daba tiempo si quiera de llegar a la calle porque el niño ya estaba reclamando otra toma, podría parecer que nunca saldríamos de ese continuo bucle de una toma tras otra. ¡Y vaya si salimos!. 
Ahora estamos en una fase de gran demanda y alta dependencia. No estamos en una fase donde yo me pueda permitir el lujo de ausentarme un porrón de horas, ni por el niño, ni por mi marido, ni por mi. Es más, ni me apetece. Y con el convencimiento de que la vida es larga, hay tiempo para todo y muchas oportunidades vendrán, he decidido que este tren no es para mi. 
No sé si me he explicado, ando ya un poco espesa a estas horas...