¿Qué reflexión merecen estos acontecimientos? Antes que nada, desnuda la ficción política de la Unasur, la que los ha ignorado olímpicamente. ¿Razones? Bolivia, una eminencia del campo bolivariano, acaba de suscribir una deuda internacional de la mano del JP Morgan y, por otro lado, alienta la construcción de una refinería con Repsol, nada menos. La Bolsa de San Pablo, por su lado, repudiaría un desconocimiento de la jurisdicción extranjera en materia de deuda externa. Hugo Chávez, por último, nunca ha tenido una confrontación con los acreedores de Venezuela, ‘et pour cause’: los reescalonamientos de su deuda con los bancos extranjeros proveen el financiamiento de PDVSA y del mercado de cambios de Caracas. Tampoco Cristina Kirchner quiere confrontar: la deuda externa del sector privado de Argentina ha dado un gran salto en 2012, lo mismo que las deudas provinciales, las que se ajustan a la cotización del dólar. La unidad efectiva de América Latina solamente podría ser asegurada por gobiernos de trabajadores.
El otro aspecto es que el ‘desendeudamiento’ ha vaciado las finanzas de Argentina. Ha confiscado los fondos de la Anses y desvalorizado el patrimonio del Banco Central. La burguesía nacional reclama al gobierno que salga del atolladero mediante el pago de la fianza a Ghana y la aceptación del fallo neoyorquino. Es una posición colonial. El pago serial de la deuda usuraria, a costa de los jubilados y de una inflación indomable, ha acentuado la vulnerabilidad financiera del país (cepo cambiario). Hubiera sido más barato y efectivo repudiar la deuda usuraria contraída por el gobierno militar y refinanciada a repetición por los democráticos, como lo reiteró el Frente de Izquierda en la última campaña electoral.
Jorge Altamira, ex candidato a presidente de la Nación por el Frente de Izquierda.